La Consejera Regional del Biobío, Ana Araneda nos hace llegar una columna de opinión aceca de la COP27 que este año 2022 (entre el 7 al 18 de noviembre), Egipto será el anfitrión.
Desde hace 27 años celebramos en alguna ciudad del mundo, la cumbre medio ambiental que invita a los líderes de los países pertenecientes a las Naciones Unidas a buscar soluciones respecto a la crisis climática, la que vivenciamos hace décadas.
Sin duda, cierto sabor amargo quedo de la COP anterior número 26, por las medidas blandas respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero y que fueron mancomunadas por 200 países. En esto, se destacan países como India y China, que impidieron que se firmará el término de eliminación gradual del carbón como uso de fuente de energía.
Pero, ¿en qué consisten estas reuniones llamadas COP?. La sigla primeramente corresponde a Conferencia de las Partes (en español) y está basada en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y es el tratado que en 1992 se adoptó bajo las Naciones Unidas para abordar todo lo concerniente a la prevención de la interferencia antropogénica o del hombre en el sistema climático y, por lo tanto, a la estabilización de las emisiones de gases de efecto invernadero.
El objetivo principal de estas últimas cumbres mundiales es buscar la llamada carbono-neutralidad o bien la neutralidad climática que se refiere a la idea de que las emisiones netas de gases de efecto invernadero se equilibren y sean iguales (o menores) a las que se eliminan a través de la absorción natural del planeta.
Si se consideran los compromisos de carbono-neutralidad al año 2050 y el escenario más optimista donde todas las contribuciones determinadas a nivel nacional de los países involucrados y los compromisos de carbono-neutralidad se implementan por completo, se lograría limitar el aumento de la temperatura a 1,8 °C; eso dejaría apenas vivo el Acuerdo de París (tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante) y su meta de los 2°C. La oportunidad de mantener su objetivo más ambicioso de limitar el aumento a los 1,5 °C parece todavía distante y dependerá en gran medida de nuevos y mejores compromisos que se asuman en 2022 y para la COP27.
Entonces importantes desafíos y nuevas oportunidades tienen los líderes mundiales para lograr alcanzar acuerdos y definir una estrategia certera para enfrentar la crisis climática, el llamado es reducir “gradualmente” el uso del carbón como fuente de energía y los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes. En tanto, más de 100 países, entre ellos Estados Unidos, se comprometieron a reducir para el 2030, en un 30% sus emisiones de metano, uno de los gases que provocan el calentamiento global. Sin embargo, los grandes emisores como Rusia, China e India, no formaron parte de la iniciativa. En tanto, en Chile, con nuestra nueva ley de Marco Climático busca la carbono- neutralidad y la resilencia al año 2050, por ello, la oportunidad está en la interdependencia energética, siendo necesario lograr que tanto las grandes potencias como los países menos desarrollados comprendan que el tema de las energías renovables es impostergable, para lo cual se debe impulsar su desarrollo, reducir las emisiones, gestionar el agua e invertir en innovación. De otro modo, no hay esperanzas de superar el impacto de la crisis climática, impactos que ya estamos vivenciando aquí y ahora.
Ana Araneda
Consejera Regional
Presidenta Comisión de Medio Ambiente
Consejo Regional del Biobío
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