En estos tiempos de recambio generacional, muchos se sentirán identificados con las palabras de nuestra columnista cuando nos habla de los ‘nuevos niños’ o ‘cabros malcriados’ según otros, donde se confunde el ‘corregir’ con ‘maltrato infantil’, de acuerdo a cánones de sicólogos actuales, haciéndonos creer que las generaciones pasadas estan traumatizadas por haberse criado con un mayor rigor correctivo de sus padres.
ESCRIBE JUANA SALAZAR:
Cuando estamos celebrando el día de la Madre, es necesario que nos detengamos también para hablar un poco de los hijos.
Actualmente; nos encontramos frente a una sociedad desesperanzada frente a la conducta de algunos niños que precozmente están participando en hechos delictuales. Y parece que de algún modo los justificáramos, porque hasta en los medios de comunicación escuchamos comentarios tales como: “así son los niños de hoy”, “ya no hay nada que hacer”. Primero que nada los comunicadores caen en el error de generalizar, no todos los niños son así y que yo sepa, “hoy “ no es la madre de nadie.
Esta generación “de niños de hoy”, nació el día que se puso en la agenda de salud pública y con harta publicidad el tema del maltrato infantil y junto con ello la proliferación de Psicólogos para tratarlos, como si las generaciones pasadas estuvieran traumatizadas víctimas de este flagelo, haciendo que la comunidad confundiera maltratar con corregir.
También el mal uso de la tecnología puso lo suyo, aprendimos a no comunicarnos y algunas madres no entendieron o no quisieron entender el mensaje y para no ser acusadas de maltratadoras dejaron de cumplir la tarea de modelar y corregir la conducta de sus hijos desde pequeños. Se fueron al otro extremo y permitieron que su hijo hiciera lo que le diera la gana, no pusieron límites en la crianza, le empezaron a dar todo lo que el niño pedía. De éste modo criaron un niño que se convirtió en amo, señor y verdugo de la casa: manipulador, materialista, muchas veces violento y por sobre todo, intocable.
Así nació un niño que no aprendió a respetar, que cree tener derecho a replicar todas las malas conductas que le permiten en su casa, en otros ámbitos de la sociedad, no quiere que lo controlen ni menos que lo corrijan, va al colegio cuando quiere y cuando va asiste aleccionado por su familia de que el profesor no tiene derecho de llamarle la atención, ni mucho menos corregirlo. Tampoco respeta a Carabineros que para más mala suerte ha estado cuestionado perdiendo su sitial de prestigio gracias a los malos oficios de sus altos mandos en que por comodidad comunicacional se les mete a todos en el mismo saco.
Lo peor de todo “no es que no haya que hacer”, lo grave es que “aún no se ha hecho nada”. Cuando aparecen casos de niños involucrados en delitos y hechos de violencia, también se les da cabida en los medios de comunicación a una gran cantidad de dudosos expertos abogando con fervor por los derechos del niño y nadie habla de sus deberes, como si estos fueran una enfermedad o les fuera a doler.
Cuando escucho el comentario de “ya no hay nada que hacer” se vienen a mi memoria sabias palabras que escuchaba de mi madre, cuando decía “no hay peor trámite que el que no se hace”.
Nunca es tarde para enmendar el rumbo, los niños se pueden corregir y aprenden con facilidad. Si creemos que esto no es posible es porque estamos pensando que ellos son poco inteligentes. Y sí que lo son, por eso son capaces de manipularnos. Todos fuimos chicos y más de alguna vez recibimos algún correctivo, pero éramos lo suficientemente inteligentes de no repetir la mala conducta, aprendíamos a la primera, porque tampoco queríamos que nos repitieran la dosis.
No tratemos a los niños actuales como si fueran diferentes a los de ayer, no han sufrido ninguna mutación genética. Lo único que los diferencia, es la distancia que hay entre sus padres y tutores que ya no los acompañan en su crecimiento y desarrollo.
También, es común escuchar y con harta insistencia que todos en algún momento fuimos rebeldes. Yo no sé, si yo con mis hermanos fuimos de otro planeta, porque no recuerdo que hayamos tenido esas crisis. La rebeldía tan sólo es un llamado de auxilio del niño que no es feliz y que se siente abandonado. Por lo tanto, no lo llene de regalos, ni deje al celular o computador la tarea de entretenerlo. Su hijo necesita de Usted: que lo acompañe, que aprenda a escucharlo, que disfrute de sus ocurrencias, que cante con él, que le cuente historias, que celebre sus triunfos, que lo consuele en sus fracasos y si tiene que corregirlo, hágalo…. pero hoy.
“ALGUNOS NIÑOS DE HOY SON ASÍ, POR ALGO QUE USTED NO HIZO AYER, … PERO NUNCA ES TARDE”