Una elusiva especie de hongo, registrado solo en el sur del país, fue descubierto en el bosque nativo del proyecto Campus Naturaleza hace pocas semanas, en los alrededores del Campus Patrimonial de la Universidad de Concepción.
La investigación del profesor Götz Palfner, docente de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Casa de Estudios, junto a dos estudiantes, se transforma en el hallazgo más al norte de la especie Psathyrella chiloensis Singer.
“No existe dibujo ni foto anterior de la especie, solamente la descripción textual, publicada en 1969”. El profesor Götz Palfner, biólogo de nacionalidad alemana, pero ya hace muchos años en Chile desempeñándose como docente investigador del Departamento de Botánica, de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción, se refiere al inédito hallazgo del que fue parte hace algunas semanas, del cual incluso no hay testimonio gráfico previo.
Mientras investigaba en el relicto de bosque nativo, que hoy forma parte del proyecto Campus Naturaleza Universidad de Concepción, registró junto a las estudiantes, Scarleth Jerez y Carolina Sobarzo, tres especies nativas de hongos que antes no habían sido vistas en el lugar.
“Fuimos al bosque nativo de Campus Naturaleza y estábamos revisando el suelo, madera, descomposición donde Carolina había descubierto un tronco caído de un árbol nativo con distintas especies de hongos, había más hongos en el mismo punto, ahí sobre tocones de árboles nativos”.
“Para nuestra sorpresa, encontramos tres especies nativas de hongos que antes no habían sido registradas en el bosque nativo. Una de ellas, la más importante, se llama Psathyrella chiloensis y fue descubierta originalmente en Chiloé en 1967 por Rolf Singer, micólogo destacado de la época. Aparte de este material tipo existe solamente un registro previo más de la zona de Valdivia, publicado en 1998 por Eduardo Valenzuela y colaboradores. Con este registro en Campus Naturaleza, la distribución conocida de la especie aumenta considerablemente, porque es el registro más al norte de que se tiene conocimiento”.
El bosque nativo existente a pocos minutos de la Universidad, es visitado a menudo por investigadores y académicos de diferentes facultades y corresponde a un ecosistema relicto de bosque caducifolio de Concepción. En él, habitan especies arbóreas únicas y variadas, que marcan la transición entre los bosques nativos de la zona central y sur del país, por lo que es un espacio primordial de conservación como parte del proyecto Campus Naturaleza Universidad de Concepción.
Reino fungi
En relación a la importancia de los hongos como actor relevante en los ecosistemas nativos, el profesor Palfner, quien es académico asociado del proyecto Campus Naturaleza, destaca que ellos se relacionan con los otros componentes del bosque, pero “cumplen su mayor rol ecológico con las plantas, en todo tipo de vegetación. Los hongos forman su propio reino, el reino fungi. Este se distingue de los animales, de las plantas, son un grupo de organismos aparte, pero, no obstante, forman múltiples asociaciones con las plantas. Donde encontramos vegetación, siempre encontramos hongos, que cumplen diferentes roles, como descomponedores de restos vegetales, pero también como simbiontes, simbiontes mutualistas, y también simbiontes que parasitan las plantas”.
Sostiene que los bosques nativos, al tener más diversidad vegetal, también albergan más diversidad de hongos. “En las plantaciones de monocultivos hay mucho menos diversidad de hongos. Los bosques nativos de Chile y los bosques nativos en todas partes del mundo tienen millones de años de historia de evolución y de diversificación de especies. Así que son mucho más ricos en especies fúngicas por su historia evolutiva que una plantación exótica de pino o de eucalipto, que consiste de árboles que fueron introducidos recién hace quizás 50 o máximo 100 años aquí”.
“Encontramos algunos hongos en las plantaciones de pino, en las plantaciones de eucalipto, que incluso están específicamente asociados a estos árboles exóticos, pero no son compatibles con los árboles nativos. Así que primero en las plantaciones exóticas tenemos mucho menos diversidad de hongos y además son especies alóctonas, como los llamamos los científicos, especies ajenas que vienen de otras partes del mundo y que no son compatibles con el bosque nativo”.
Especies comestibles y venenosas
El académico, sostiene que en los cerros cercanos a la UdeC han encontrado siempre gran variedad de especies, “también algunas comestibles, como los changles, por ejemplo, del género Ramaria. Incluso hay loyo. Esas son las mejores especies comestibles”.
Revela que no existe una ley o una regla general que permite separar de forma segura un hongo comestible, de un hongo tóxico o venenoso. “Yo siempre digo, hay un par de reglas, que las personas que les gusta recolectar hongos silvestres para comer, deben respetar siempre. Primero, recolectar solamente las especies que realmente conocen y reconocen, de las cuales saben que son comestibles y que no son fáciles de confundir con especies desconocidas o incluso con especies tóxicas”.
“Y la segunda regla es aprenderse las especies tóxicas venenosas, porque son pocas. En realidad, en Chile tenemos solamente dos o tres especies de hongos tóxicos que son peligrosos, que pueden causar intoxicaciones mortales. Crecen solamente en las plantaciones de pino o bajo otros árboles exóticos y no en el bosque nativo. Sin embargo, no es un límite taxativo, porque el problema es que los pinos también invaden al bosque nativo y lo invaden junto con sus hongos asociados. Así que ahí donde hay pino colindando con bosque nativo, no se puede descartar que aparezca una especie venenosa del pino también de repente en el bosque nativo”, manifiesta.
“Así mismo, hay una especie de Amanita, que tiene un sombrero de un tono amarillo claro y el resto del hongo es blanco, que se llama Amanita gemmata variedad tóxica, o Amanita tóxica, como sinónimo. Fue nombrada así porque es sospechosa de haber causado intoxicaciones graves, incluso mortales en el centro sur de Chile. Hay otra que tiene un sombrero rojo, a veces bien grande y con puntitos blancos encima. Eso es la Amanita muscaria y efectivamente es tóxica también, pero tiene una toxina menos peligrosa que las amanitas mortales que se llama ácido iboténico u otra forma de la misma toxina se llama muscimol. Provocan síntomas como vómito, náusea, vértigo, también dolor de cabeza, pero no son mortales”.
“Enfatiza que la amanita más peligrosa es la Amanita phalloides que es verde y que tiene toxinas que destruyen el tejido del hígado y de los riñones. Por eso causa la muerte del paciente, de la persona que lo ingiere. Específicamente las especies mortales son aquellas que producen esta necrosis del hígado y de los riñones”.
En referencia a los diferentes colores de los hongos, su opinión se resume en que solo queda maravillarse. “Más que nada, disfrutar la gran variedad de colores que hay en los hongos, porque el color no dice nada sobre si el hongo es comestible o venenoso. Hay alguna creencia, hay personas que por ejemplo dicen que cuando uno corta el hongo y se torna azul es venenoso, pero eso no es cierto. El color no tiene una relación directa con la comestibilidad o con la toxicidad del hongo. Yo diría que es casi un campo de juego de la naturaleza, donde experimenta con distintos y variados colores”.
En lo que sí se detiene el profesor Palfner, es en enfatizar la importancia ecológica que tiene el bosque nativo de Campus Naturaleza, “porque alberga una alta diversidad de hongos, tanto descomponedores como hongos que forman micorrizas, parásitos también, que son endémicos, lo que quiere decir que existen solamente en bosque nativo de Chile, quizás en parte de Argentina también, pero en ningún otro lugar del mundo”.
“Por ese motivo, esto es parte de un patrimonio biológico único que tenemos aquí en el sur de Chile y que encontramos aquí en plena ciudad de Concepción, en los remanentes de bosque nativo que han sobrevivido. Debemos cuidar y conservar tanto el bosque como todos los hongos endémicos que están asociados a ello”, argumenta el especialista.
“Creo que encontrar tres especies nativas poco conocidas, en un área de 20 metros cuadrados aproximadamente, es un índice claro, un indicador que este relicto es un refugio de muchas especies nativas y eso creo que aumenta su valor de conservación considerablemente. Yo visito el bosque hace muchos años y muchas veces hemos encontrado especies que antes no habíamos descubierto o avistado”, afirma.
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