No habíamos escrito sobre el Festival de Viña 2019 cuando parecía que era "nota obligada" de la mayoría de los medios, quizás por la intrascendencia que ya tiene, quizás por su mediocridad; ni siquiera el hecho de celebrar sus 60 años hacía llamar la atención. En su estilo de siempre, Ricardo Altamirano le hace una crítica.
Para empezar este cuento
digo que en Viña del Mar
se les ocurrió inventar
un festival de talentos
musicales que contentos
competían seriamente
y entusiasmada la gente
festejaba y aplaudía
y a nadie se le ocurría
gritar de forma insolente.
Fue competencia inicial
de artistas y creadores
y muchos compositores
del ámbito nacional
de talento sin igual,
mas su sentido perdió
cuando en el tiempo cambió
la intención original
y en show internacional
de pronto se transformó.
Los que salieron perdiendo
para colmo de los males
fueron artistas locales,
uno que otro apareciendo
y es por eso que comprendo
la tremenda indignación
por la discriminación
que espero no se repita
y que en las próximas citas
esto tenga solución.
Y un “monstruo” de mil cabezas
aparece de repente
muestra sus garras y dientes,
vocifera con firmeza
y con poca sutileza
ruge la platea entera
hasta con frases groseras
si no le gusta un artista
y lo sacan de la pista
gritándole ¡fuera, fuera!
Y rematando este cuento
lanzo lo que estoy pensando
y no lo estoy inventando
ni son palabras al viento
solo que llegó momento,
que vayan tomando nota
de la inquietud que me brota,
¿será que por mis escritos
de pronto se escuche el grito?
¡¡a gaviota, la gaviota!!
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