Incorporación de genética, mejoramiento de cadena de comercialización e incorporación de transferencia tecnológica son los puntos necesarios para completar los requerimientos de este rubro para un desarrollo que permita alcanzar el potencial de la provincia
La vocación de la provincia de Arauco principalmente por la ganadería bovina para la crianza, y la necesidad de mejorar tanto la genética de los rebaños como los canales de comercialización, son parte de las conclusiones de la línea base realizada por INIA para el territorio de Arauco en el rubro ganadero. Las conclusiones fueron entregadas por el ingeniero agrónomo de INIA y economista agrario Jorge González, quien recopiló información respecto de los principales rubros de la provincia a través de encuestas realizadas a productores de las distintas comunas de territorio, como parte del seminario Actualización de sistemas ganaderos en la provincia de Arauco, organizado por INIA e Indap.
En la cita, se analizó el diagnóstico de las características del rubro agropecuario en la provincia de Arauco, así como los desafíos para generar una mejor producción y acceder a una cadena productiva que permita la comercialización de los productos a un precio competitivo.
“La actividad agrícola es la principal actividad de la región, y hoy hay una nueva mirada de la región sobre la importancia de la ruralidad” destacó el seremi de agricultura de la región del Bío Bío Rodrigo García sobre el tema, recalcando que desde el estado, se articuló el trabajo coordinado de todos los servicios del agro a fin de dar mejores respuestas a las necesidades de los diferentes rubros, entre ellos, la ganadería. “Creemos que Arauco debería tener tres líneas fundamentales: ganadería, papas y hortalizas, con una cadena comercial completa, que involucre mejorar las técnicas de producción y la cadena de comercialización”. En este sentido, destacó el desarrollo de un programa de carácter regional por 500 millones de pesos, que contempla la integración de todos los productores ganaderos para mejorar la cadena completa, desde la producción primaria de la pradera, el mejoramiento genético y el encadenamiento comercial, ya que según destacó García, “este es uno de los desafíos del rubro”.
El productor pecuario Paulo Burgos, gerente de Ganadera Santa Victoria, de Cañete, coincidió con esta apreciación. El productor, indicó que la mayor parte del ganado que se compra para engorda a crianceros, proviene de la novena región al sur, debido a las características poco homogéneas de los terneros de provincia de Arauco. Su objetivo, dijo, es “producir un animal que provea de carne de calidad, con inocuidad y trazabilidad”, pero para eso, requieren de condiciones parejas de los animales, tanto en edades, peso y raza, para garantizar características de homogeneidad en el producto final. Al respecto, indicó que como productores finales, tuvieron que optar por crear una línea propia de comercialización, a través de la marca Noble Corral, para llegar al consumidor final de manera directa, debido a las ”nulas señales en precios de parte de los frigoríficos para producir carne de calidad. Vimos que existía un nicho no satisfecho de carne de calidad a un precio razonable en el gran Concepción, así como una tendencia a cambiar desde el consumo de commodities a productos con marca, si existe una calidad que lo respalde”.
La falta de homogeneidad está justamente dada por las características del ganado existente en la provincia. De acuerdo a la línea base, el rubro principal es carne bovina (80%, mientras sólo un 5% declara como rubro principal el ovino; el 20% declara tener ganado mixto. Sin embargo, aunque está clara la vocación bovina de los productores, no hay consenso sobre las razas: las predominantes son Clavel (36%); Overo negro (34%), Angus (18%); Criollo (6%) y Holanda Americano 6%.
Sobre el tema, el investigador de INIA y especialista en ganado de carne, Adrián Catrileo, destacó que a través del trabajo que se ha hecho con crianceros en el sur del país, se logró determinar lo que necesita el mercado, y que apunta principalmente a buena genética y terneros con buen peso al destete, con un peso superior a los 220 kilos, más o menos el 40% del peso de la vaca. Estos últimos puntos, indicó el especialista, pueden lograrse a través de la crianza orientada a concentrar los partos en la salida de invierno a fin de aprovechar los pastos primaverales en la época de mayor demanda energética de la madre y usar razas acorde a la aptitud forrajera del predio; en el caso de la engorda, producir acorde a las necesidades del mercado e idealmente en asociación a una cadena de comercialización. Incluso, destacó, es interesante evaluar las posibilidades de diferenciación que pueden producir buenos resultados comerciales, por ejemplo, si se produjera ganado de engorda solamente a través del consumo de pasto, con los beneficios asociados a la salud que eso conlleva.
De acuerdo al economista de INIA, Jorge González, la caracterización tanto del ganado como de la zona es el primer paso para la detección de las brechas en que se requiere poner atención. Por ejemplo, indicó, se comercializa el 94% de la producción ganadera de la provincia, pero de estas ventas, el 80% es a compradores ocasionales; el 27% a clientes, con una leve tendencia a la obtención de un mejor precio promedio a través de estos últimos, ya que en la provincia, uno de dos productores solo conoce el precio al momento de la compraventa, como tomadores de precios, sin negociación previa. “Aquí es posible ver que queda un espacio para mejorar este aspecto vital para generar ingreso”, destacó, un espacio que no se refiere solo a la comercialización, sino el potencial productivo que existe en la provincia y que es factible de mejorar con el aporte de trasferencia tecnológica de INIA, en el caso de las brechas productivas. “En este caso, son los kilos de peso que me faltan para llegar al potencial, que se expresa en kilo de peso vivo obtenido”, señaló González. El potencial, para crianza, es de 270 kilos de pesos vivo de ternero como producción neta del sistema. La producción hoy es de 194 kilos; nos faltan 76 kilos en promedio, 80 kilos adicionales en nuestros terneros para ganarlos en los cinco o seis meses que dura la crianza. Este es un buen desafío, nos falta crecer un 28 por ciento”.
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