El rol de la figura paterna es muy importante en las familias y la sociedad.
Una de las celebraciones más importante del mes de junio es la del Día del Padre. Esta celebración tuvo en origen a principios del siglo pasado, cuando Louise Smart Dodd postuló que los padres, al igual que las madres, requerían un reconocimiento de su papel en la familia y en la sociedad.
Bien es sabido que los padres son un elemento básico en el desarrollo emocional, y en el caso específico del padre varón, su presencia tiene indispensables aportaciones para la salud mental, que están relacionadas con la autonomía, con la autoestima y con los valores.
Siempre se ha sabido que el rol de la figura parental masculina podía ser ejercido, en su ausencia, por otros integrantes de la familia como tíos, abuelos o hermanos mayores, pero nunca ser completamente descartado debido a la importancia que tiene en la salud mental y en el desarrollo psíquico.
La importancia del padre
Los niños crecen más sanos cuando, en condiciones ideales cuentan con los dos padres para su desarrollo y la presencia del padre resulta un elemento indispensable para triangular y “liberar” la estrecha relación madre-hijo de la primera infancia y proporcionar a los niños la oportunidad de contar con dos formas distintas de expresarles afecto y cuidados.
El desarrollo de la seguridad en uno mismo, el valor para emprender proyectos y ejercer la responsabilidad de una futura familia son tomados del ejemplo de un buen ejercicio del rol paterno. Por otro lado, la adecuada resolución de algunas tareas primarias de la psique humana como el proceso de la identificación sexual, tanto para los niños como para las niñas, viene justamente de la presencia del padre para presentar un rol con el cual identificarse o del cual distinguirse.
En estos días recibí la información de que la Comisión para Prevenir y Erradicar la Discriminación (COPRED), publicó una carta donde fija su postura para suspender a nivel nacional y de manera gubernamental la celebración del Día del Padre en las escuelas de nivel básico, pues supuestamente esas celebraciones exaltan un único modelo de familia y “discriminan” a otro tipo de “infancias”.
Esta idea, favorable claramente a ciertas ideologías, se basa en la idea de que, ante los diferentes “modelos” de familia de los años recientes, los niños que no cuenten con un padre varón en su familia podrían sentirse discriminados y entonces, ya ningún niño tendría derecho a celebrarlo.
Esta idea tiene un problema básico, pues las funciones del padre no dejan de ser necesarias para el desarrollo de los niños, independientemente de que el padre no esté físicamente o porque no ejerció sus funciones a cabalidad: el hecho de privar al padre de ese merecido reconocimiento no aporta tampoco algo favorable a los niños que no lo tengan.
Con el elemento básico de la aceptación de que todos somos distintos, los adultos actuales sí tuvieron la oportunidad de ser formados por un padre, y, en vez de intentar desaparecer por este medio la figura paterna, deben fomentarse actitudes responsables en todas las personas que deciden ejercer la paternidad y no atender exclusivamente a sus deseos o tendencias individuales.
No todas las celebraciones tienen por qué correspondernos y. desde pequeños, los niños requieren, con cuidado y acompañamiento, identificar su propia realidad, aunque esta sea distinta a la de los demás niños. Esto fortalecería su afrontamiento y les ayudaría a respetar a los demás, justamente basados en la inclusión y el respeto.
Me gusta mucho más la idea de celebrar al padre, a nuestros padres que asumieron con valentía y renuncia el rol de formarnos, que nos dieron, o felizmente aún nos dan lo mejor de ellos y que merecen por completo nuestra gratitud y nuestro reconocimiento.
Por Beatriz Adriana Corona Figueroa, Profesora-Investigadora de la UAG, Lic. en Psicología,
estudios en Psicología Clínica y de Enlace,
Maestría en Psicología de la Salud entre otros méritos.
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