No estamos soñando, es verdad. Mi gran amigo relator de Radio Cooperativa. Ernesto Díaz Correa, nunca pensó que su frase cliché, algún día cobraría plena exactitud para describir uno de los momentos más importante de la historia del futbol chileno.
Por fin después de 99 años, Chile ha podido levantar la primera Copa a nivel de selección. Hacía falta y era necesario un logro de esta magnitud y envergadura.
Creo que el momento no podía ser más propicio para demostrarle al mundo que un pequeño país como Chile, acostumbrado a sufrir los embates de la naturaleza, es capaz de organizar un torneo continental y ganarlo con absoluta legitimidad y merecimientos.
La connotación mediática que tiene el futbol, provoca que este triunfo pueda devolver en parte la esperanza y el espíritu de lucha que se requiere para enfrentar momentos difíciles y que en algunos casos parecen imposibles de superar. Es quizás por esta razón, que esta selección de futbol ha logrado identificarse con el alma nacional y meterse en la epidermis de cada uno de los chilenos.
Entonces era absolutamente esperable esta alegría desatada que se ha producida en todo el país. Me parece que Chile y su gente merecen celebrar este título como Dios manda.
Como no celebrar, si es la primera vez
Como no celebrar, si estábamos acostumbrados a los fracasos
Como no celebrar, si le ganamos nada menos que Argentina
Como no celebrar luego de la frustración del último mundial,
Como no celebrar, si esta era la oportunidad de ganar algo con esta generación dorada,
Como no celebrar, si podemos olvidar por un momento, todos nuestros problemas cotidianos.
Como no celebrar, si este grupo de futbolistas demostró temple, coraje y amor propio.
Ha sido sin duda una tremenda emoción contenida y todos sin excepción tienen el derecho a celebrar y recordar este 4 de julio como un día histórico para Chile.
En medio de los festejos, bien vale la pena hacer una mención especial al mentor y forjador de esta nueva mentalidad en el futbolista chileno, me refiero al señor Marcelo Bielsa. Qué duda cabe de su injerencia, su llegada marca un antes y un después en el futbol chileno. La historia recordará a Sampaoli, pero no se puede desconocer el valioso aporte del Loco en esta exitosa etapa de la Selección nacional.
Alguien dijo por ahí que lo más difícil en el deporte es mantenerse y reinventarse en el éxito, y en este aspecto, lo que viene son desafíos que pondrán a prueba este importante momento del futbol chileno.
Habrá que sacar réditos de este hito y no dejarse estar, para que este título conseguido no sea flor de un día y genere una renovada confianza y autoestima en todos los deportistas de este país.
Por último destacar el compromiso incondicional del plantel de jugadores a su técnico y su filosofía, sin esa convicción hubiera sido mucho más difícil conseguir este logro tan significativo y trascendente. Somos campeones de América y no estamos soñando. Viva Chile
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