Hoy se cumplen 52 años de uno de los días más oscuros en la historia de Chile. Un día que marcó el inicio de una dictadura que dejó profundas heridas en la memoria colectiva de nuestro país: detenidos desaparecidos, torturados, ejecutados y cuerpos lanzados al mar con pesos en los pies. Fue el ingreso del fascismo a Chile, que dio paso al exterminio de quienes pensaban distinto, destruyendo la democracia y los derechos fundamentales.
En Cañete, un acto conmemorativo tuvo lugar en la Plaza Caupolicán para recordar a las víctimas de este nefasto capítulo de nuestra historia. Se presentaron trabajos de serigrafía realizados en el año 2013 como parte de un taller en Londres 38, emblemática casa de tortura y desaparición durante la dictadura. Estas obras fueron exhibidas como un homenaje y un recordatorio de las atrocidades cometidas, manteniendo viva la memoria de los detenidos desaparecidos cuyos familiares aún esperan respuestas sobre el destino de sus seres queridos.
Durante el acto, Tatiana Fernández, abogada y defensora de los derechos humanos, expresó en su discurso:
“No se puede estar ausente en un acto tan simbólico de una fecha tan desgraciada en la historia del pueblo chileno: de los trabajadores, de los campesinos, de los obreros, del pueblo mapuche, de los jóvenes, mujeres, ancianos y niños. No olvidar. Ni perdón ni olvido a los criminales con privilegios y que nunca han mostrado arrepentimiento por matar seres humanos. Sin justicia, no hay verdad.”
La jornada también sirvió como espacio para reflexionar sobre las luchas actuales y las formas en que el legado de resistencia sigue vivo. Los autoconvocados anunciaron que el próximo 19 de octubre, fecha conocida como “La Revolución de Octubre”, se llevará a cabo un nuevo acto central. Este día representa el inicio de una protesta contra los abusos del capitalismo brutal, que prioriza el sistema económico por sobre las personas, el medioambiente y los animales. La convocatoria busca denunciar la destrucción de territorios y culturas, especialmente el etnocidio que ha afectado al pueblo mapuche y otras comunidades.
Hoy, más que nunca, el llamado es a mantener viva la memoria, exigir justicia y resistir frente a los sistemas que perpetúan la desigualdad y la violencia. Porque sin memoria, no hay futuro.
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