Francisco Flores siempre nos deleita con sus historias del Cañete pasado, el que a muchos nos trae recuerdos y nos da nostalgia, como a él, reeditamos algo que publicó hace casi 20 años, en septiembre del 2006:
Cada año durante esta época en septiembre me viene una tremenda nostalgia de mi niñez; de mis padres y de mis hermanos, porque se congregan una serie de acontecimientos y aniversarios que hacen imposible soslayar los recuerdos.
En primer lugar, está el Aniversario Patrio (18), que converge con el cumpleaños de mi papá; (eso sin mencionar el cumpleaños de mi tía Inés que es el 17); el día 19 es Mi cumpleaños, entonces ¿podrán ser indiferente para mí estas fechas? Imposible.
¿Dónde está el problema? Mi papá ya no está, mi tía tampoco, y para mí las formas de realizar las fiestas ya no son como otrora en mi niñez.
Me cuesta aceptar que el tiempo ha pasado, y con ello mi época; por lo tanto, los hábitos y la música no son iguales; estoy comenzando a sentirme desfasado, porque… ¡cuánto tiempo hace que no estoy montado a caballo; o en un asado al aire libre con mi hermano, ¡por ejemplo!
Hay cosas tan simples que no se hacen; veamos, no se pintan las casas como un “deber” cívico de septiembre; o no se despastan las aceras por lo mismo; personalmente hace siglos que no reviento un petardo (cuando niño los reventaba en un tarro con carburo que compraba donde el mecánico Tito Sáez en Cañete) o elevo un volantín, por otra parte ya hace más de 45 años que no bailo ¿Será que me estoy poniendo viejo?; pero es que no se toca la música chilena con el entusiasmo del ayer, eso es lo que me parece a mí y puedo estar equivocado. Pero la cueca ya poco se ve, y ni hablar de esos “correteados” que se bailaban en toda la extensión de la pista; ahora puro reggeaton; sí, es verdad, estoy desfasado.
Por eso me pongo nostálgico, porque extraño el campo y sus olores, los bueyes, los caballos, los gritos de los huasos arreando ganado al corral, el sabor de la leche al pie de la vaca; las empanadas con carne picada (no vegetal) y la chicha de manzana, en cacho por supuesto.
La última vez que sentí el olor de los avellanos fue en 1976 cuando fui a la parcela de Don Sergio Fica Pérez en Huillincó a cortar ramas para un ramada de la Cruz Roja de Cañete
Extraño a mis padres y hermanos, ya lo dije; extraños las ramadas de puro avellano y sobre todo, extraño la inocencia de mi gente, esa inocencia que la modernidad le robó e hizo perder el sentido de familia y amistad, en muchos casos causando que cada cual se marche en busca de sensaciones y bienes materiales que no lograrán calmar su sed de tranquilidad que sólo entrega la familia y una buena vecindad.
De todas maneras ¡¡VIVA EL DIECIOCHO!! ¡¡ VIVA CHILE M…!!
*** SIN COMENTARIOS INGRESADOS***