Después de lo ocurrido recientemente en Valparaíso, cuesta creer que en Chile, la delincuencia haya traspasado todos los límites permitidos en un estado de derecho y definitivamente se haya instalado con fuerza en la vida de los chilenos.
Pensar que los desmanes y la violencia en el futbol, escapan a la realidad del país, es no saber dónde estamos y donde vivimos. Hay que asumir la realidad, aunque dolorosa y vergonzosa esta sea. Estamos invadidos por el lumpen y lo que es peor, se han tomado las calles, los centros comerciales, los estadios y nuestros hogares con la más absoluta impunidad.
La delincuencia y los delincuentes siempre han existido, sin embargo últimamente han gozado de todas las facilidades para cometer sus fechorías, razón por la cual han aumentado en cantidad y en los métodos para efectuar los delitos. No darse cuenta de esto último, es hacerse los lesos y tratar de minimizar los hechos a tal punto de no hacer nada definitivo, solo medidas de parche, que no sirven para solucionar el problema.
Siempre he creído que lo que pasa en los estadios, en las marchas y en otros eventos de alta convocatoria, es producto de la impunidad. Yo sigo pensando que los que actúan y cometen estos bochornosos incidentes, son los mismos que asaltan bancos, los de los portonazos, los de las balaceras en las poblaciones, etc. Lamentablemente el futbol es pan de cultivo de estos grupos organizados, que se aprovechan de las grandes masas que aglutina esta actividad, para poder dar rienda suelta a la barbarie humana, algo que está en su epidermis y en su razón de vivir.
Pero “la culpa no la tiene el chancho, sino quien le da el afrecho”. Mientras ellos se sientan protegidos por la legislación vigente y por quienes tienen la responsabilidad política en esta materia, seguirán haciendo de las suyas y todo seguirá igual o peor. Cuesta creer que a raíz de los hechos ocurridos en Valparaíso y en el estadio Elías Figueroa, fueron detenidos alrededor de 10 barristas y todos fueron liberados al día siguiente.
Así no se puede, no hay medida preventiva o de reacción que pueda impedir que se produzcan estos hechos delictuales, si no hay castigo ejemplar. Esto es muy simple, sin un estudiante en el colegio comete un acto de indisciplina y el profesor o el director no hacen nada, este niño seguirá actuando igual. Es tan difícil entender esto a nivel de Gobierno y de parlamento, me parece que no hay que ser muy inteligente para por último usar el sentido común.
Es triste y penoso ver cómo la gente trabajadora, honrada y decente, hace todos los esfuerzos posibles por sacar a su familia adelante y aporta un granito de arena al desarrollo de este país, mientras otros lo destruyen, sin que nadie pueda ponerles freno.
Da rabia ver como estos grupos antisociales están matando la única actividad que en los últimos años ha dado alegrías y emociones inolvidables. El Futbol no se lo merece y el país tampoco.
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