Me parece que el nombre o la persona de Arturo Salah, para liderar la ANFP, no merece reparos de ninguna especie, más aún, sabiendo que se trata de un hombre del futbol, con una trayectoria intachable en todas las esferas de esta actividad, no obstante una cosa es ser idóneo para el cargo y otra muy distinta es saber si están dadas todas las condiciones para que pueda desarrollar sus incuestionables capacidades profesionales que ha demostrado en todos los estamentos donde ha estado.
El futbol profesional chileno es actualmente un fierro caliente, una fuente permanente de conflicto y de constante lucha de poderes, que inevitablemente se ha transformado en carne de cultivo para la corrupción y la poca transparencia.
Así como están las cosas, la llegada de Salah al sillón de Quilín, es como un antídoto para estos males que tienen a los dirigentes del futbol muy a mal traer en materia de imagen y credibilidad. En ese aspecto creo que podemos estar tranquilos. Salah podrá tener muchos defectos como todo ser humano, pero no es corrupto, ni es deshonesto, No quiero decir con esto que todos los anteriores presidentes lo hayan sido, solo que los últimos acontecimientos han vuelto a poner en tela de juicio el tema de la honestidad y transparencia, en un organismo que maneja grandes cantidades de dinero y está expuesto al escarnio público.
Esperemos que después de lo ocurrido en la última administración, los clubes hayan aprendido la lección y asuman el compromiso pensando en el interés general del futbol chileno. La ANFP no solo necesita un presidente como Salah, sino que de una nueva institucionalidad y un cambio radical en el manejo administrativo y organizativo. Hay que tecnificar ciertas áreas tales como la gerencia de competición y la gerencia de finanzas, las cuales forman la columna vertebral del organismo rector del futbol profesional.
Ya está bueno de chacota, es hora de que los dirigentes estén a la altura de las circunstancias, basta de promesas y de anuncios. Llegó el momento de actuar y cumplir . Hagamos del futbol lo que siempre debió, debe y debería ser, un espectáculo profesional dirigido por profesionales, que recupere prestigio y credibilidad en la sociedad chilena.
El desafío es exigente, tal cual lo reconoció el propio Salah, las tareas pendientes son varias y habrá que trabajar duro para poder desarrollarlas y devolverle al futbol eso que está intrínsecamente ligado a su esencia; Pasión de Multitudes” aquella que atraiga a toda la familia sin temor y con el convencimiento de que el producto que se le está ofreciendo es confiable, atractivo y seguro. Mientras esto no ocurra, no podemos seguir hablando de futbol profesional.
Conociendo a don Arturo Salah, creo que es posible lograrlo, pero acá se requiere algo más que la voluntad y el deseo de una persona. Debe involucrarse también el Gobierno a través de los organismos competentes, y lo más importante, asumir la importancia y trascendencia que tiene el futbol en la sociedad.