Benditos todos aquellos niños y jóvenes que han disfrutado de la gloria del futbol chileno en los últimos diez años y que han sido testigos privilegiados de este Bicampeonato Continental, conseguido por esta brillante generación de futbolistas.
Se dice que en el futbol, mantener el éxito y prolongarlo en el tiempo, es aún más difícil que conseguirlo. Esta selección ha demostrado que está para grandes cosas y no tiene techo, seguramente ni el más optimista de los hinchas se imaginó que llegarían tan lejos, y ni hablar de los medios de prensa, el entorno y todo el ambiente que rodea el futbol. Ni siquiera la llegada de Marcelo Bielsa garantizaba estos resultados y los éxitos logrados.
La historia marcada por las frustraciones, sumado al arraigado pesimismo que caracteriza a los chilenos, fue un Talón de Aquiles en la historia, antes de la llegada del técnico argentino, por eso negar la influencia que él tuvo en el cambio de chip del jugador chileno y el compromiso con la idea, el estilo y la filosofía, es ponerse una venda en los ojos.
Desde que empezó el proceso del rosarino, hay que reconocer que han sido más los triunfos que las derrotas. Sin duda que hay un antes y un después, por eso conviene recordar a las nuevas generaciones que nacieron con las victorias y títulos, que por muchos años, salvo contadas excepciones, Chile distaba mucho de poder competir de igual a igual con las potencias y había que encomendarse a todos los santos para poder clasificar a un Mundial.
Creo y estoy convencido, que ahí estuvo la clave para este cambio radical, no me voy a cansar de consignar lo relevante que fue para este grupo de jugadores, ser dirigidos por Bielsa. Muchos se llenaron la boca diciendo y gritando a los cuatro vientos que había materia prima y que solo faltaba un proceso ambicioso, serio y profesional, pero nadie hizo nada por años, hasta que apareció Mayne Nicholls con la convicción de que para dar vuelta la página a nivel de Selección, el nombre indicado era Marcelo Bielsa. Se necesitaba un hombre que hiciera una transformación casi total empezando por la cabeza y que siguiera por la disciplina táctica, complementado por una buena preparación física y un total compromiso solidario con la Selección.
El futbolista chileno necesita del rigor del entrenamiento y concentración, no somos los brasileños, que solo con sus cualidades innatas han logrado el palmarés que tienen, aunque ahora estén venido a menos. Pasaron muchos años para que viniera un técnico del otro lado de la cordillera a cambiar la mentalidad y a sacar lo mejor del jugador chileno para aprovecharlo de la mejor forma posible, sobre todo en lo que se refiere a la mecanización de los movimientos, el ritmo de juego, el protagonismo, la agresividad y pensar primero en el arco contario que en el propio.
No cabe duda que seguirán los triunfos mientras esta camada de futbolistas siga vigente, la idea y la filosofía ya se instaló en su epidermis futbolística y sea quien sea el técnico, el equipo seguirá dando espectáculo, triunfos y alegrías. Demos también el justo reconocimiento a Sampaoli, quien fue el continuador de la obra de Bielsa, con algunos matices, pero sin renunciar a la idea original.
Pareciera que Pizzi encontró la fórmula para seguir dirigiendo la orquesta y conduciendo esta máquina, sin cambiar la melodía y el rumbo. Sigamos soñando entonces con cosas más grandes, aunque es imperioso buscar el recambio generacional, para que cuando no existan los Vidal, los Medel, los Sánchez, los Bravo, los Aranguiz, etc. esta máquina roja no deje de funcionar y siga haciendo historia.
*** SIN COMENTARIOS INGRESADOS***