Cada vez que se produce el nombramiento de un Ministro del Deporte, el discurso es el mismo. Hace un tiempo y con motivo de otro cambio en ese ministerio, yo escribí un artículo que titulé "Sólo un cambio de nombre".
Parece que no estaba equivocado, porque desde aquel momento hasta ahora, es muy poco o nada lo que se ha hecho en materia del desarrollo integral de la actividad deportiva en Chile. Por eso resulta estéril proyectar la gestión de Pablo Squella, considerando una serie de factores que impiden que una persona, cambie en un año y medio una estructura que esta delineada por un criterio netamente político y determinada por una ley, que a mi juicio merece muchos reparos.
Siempre se habla mucho y se hace poco, se gastan grandes cantidades de dinero, sin priorizar una agenda de corto, mediano y largo plazo. Mientras no se tenga claro el rumbo y los objetivos, de nada sirve tener un Ministro que reúne el perfil ideal o idóneo para ejercer el cargo. Squella conoce la realidad del deporte chileno, porque fue un atleta de alto rendimiento por muchos años. Nadie duda de su competencia, sin embargo al igual que los que lo antecedieron, tendrá que someterse a una estructura política que lo amarra y le deja escaso margen para implementar cambios substanciales.
Lo que sí me parece una buena señal, son las primeras declaraciones del nuevo Ministro, quien ha reconocido, que a pesar de las múltiples limitaciones que existen, se puede hacer más y mejor de lo que se ha hecho, con las mismas políticas y recursos económicos disponibles.
Este diagnóstico que ha hecho el ministro Squella, me hace pensar que tiene la película clara y que se necesitan nuevas ideas y mejores decisiones a la hora de planificar y trazar los desafíos más importantes. Esperemos que pueda distinguir entre lo realmente posible y lo que me parece es una quimera demagógica y que solo responde a intereses políticos. Me refiero a la tan ansiada “Masificación” de la actividad deportiva. Desde que yo nací que se vienen gastando millones de dólares para lograrlo y hasta el día de hoy no veo nada, como para decir que somos un país deportivo.
Que no se tome esta opinión, como que este columnista no quiere que la actividad física y deportiva, esté al alcance de todos sin excepción, pero la realidad me hace poner los pies en la tierra. Creo que el deporte, no está en el alma ni en el espíritu del chileno y eso no lo cambia nada ni nadie.
Por el momento, solo debemos esperar que Squella pueda encontrar las fórmulas para hacer los cambios que se necesitan en la estructura administrativa. Si esto no ocurre, será uno más que pasara por el Ministerio del Deporte, sin pena ni gloria.