En tiempo de elecciones, es cuando más evidente se hace la indiferencia del chileno por participar en política. Como estrategia el voto voluntario se transformó en obligatorio y aún así la participación ha seguido bajando.
Los señores políticos se hacen los tontos, nos quieren hacer creer que el chileno no participa en política porque no cree en ella. No!, ¡Los chilenos en lo que no creemos es, en los políticos ni en su incomprensible sistema de elecciones!. Pero no puedo quejarme, “corrigieron el binominal”, pero para dejarlo peor. Los votantes queríamos que ocuparan cargos los elegidos en las urnas y no lo que quisieron entender ellos, que aumentaron considerablemente los escaños del parlamento, respaldados de una vergonzosa cantidad de recursos económicos que son de todos los chilenos. Bueno, también sería iluso pensar que ellos van a legislar para perder.
Los chilenos no se inscriben en los partidos políticos, porque de hacerlo, de inmediato pierden su libertad. Cuando se es militante hay que pensar como manada y si no es así lo corren del partido y ese militante termina levantando su propia carpa en otro sitio. Dando como resultado la imagen de, que es una actividad poco seria, demostrando de éste modo que el interés por el “servicio público” es lo que menos les importa. Su interés radica solamente en tener la fórmula para llegar al poder, para tener más poder.
¡Y; que me dicen del tema de la corrupción!
Era ilógico que Chile se salvara de esta lacra, siempre pensé que había un problema de estadística, o bien por Chile no pasaban aplicando las encuestas.
Casos de corrupción tenemos por montones!. El más transversal; es el caso de los parlamentarios; que descaradamente suben sus sueldos y más encima no hacen la pega.
O, cuando somos testigos en las noticias, que un determinado proyecto de ley, está durmiendo en el parlamento. ¿Será el proyecto o el parlamentario el que está durmiendo?. Bueno, ellos muchas veces se defienden argumentando que no alcanzan a llegar al Congreso porque se encuentran trabajando en sus distritos, donde tampoco se les ve. ¿No se debería sancionar al que no asiste a las sesiones y que retrasa hasta la eternidad la promulgación de leyes? ¿A ellos les descuentan parte de su sueldo por no ir a trabajar, como al común de los chilenos?. Creo que no, por eso lo siguen haciendo. Pero, esto sucede sólo cuando hay proyectos que benefician a la mayoría, ahí es donde no aparecen a las sesiones y los proyectos duermen por años. No ocurre lo mismo cuando los proyectos son para beneficio de sus propios intereses económicos y empresariales. En ese caso, serían capaces hasta de alojar en el Congreso para estar tempranito dando su voto.
Otro caso de corrupción y que se repite de un gobierno a otro, es la tremenda cantidad de “favores concedidos” que los políticos elegidos deben pagar a los que participaron en sus campañas y que ha hecho que prolifere una nueva epidemia en los servicios públicos, como es el crecimiento desmesurado e incomprensible de jefaturas con títulos rimbombantes, que son innecesarias, inútiles, ineficientes y muy bien pagadas.
Los casos de funcionarios que se van de los servicios públicos por cambio de gobierno, pero que antes de hacerlo aseguran su futuro asignándose jugosas indemnizaciones que nadie investiga.
Ahora, están en la disyuntiva de cómo separar la política y el dinero. Eso, es tan difícil como juntar el aceite con el vinagre. La mayoría de los políticos tienen una íntima relación con grandes empresas y su interés en ocupar estos cargos, es porque desde allí siguen legislando a su favor. Es como, “ser dueño de la carnicería, pero hacerse amigo del gato”.
Hasta ahora, he descrito sólo casos pequeños, pero que a la larga no lo son.
Porque… si se trata de analizar casos más grandes. ¡Ahora sí, que somos famosos!. Tenemos el caso Penta, Caval y Soquimich, y si seguimos escarbando, encontraremos unos cuantos más y a lo mejor mucho más graves.
Corrupción en Chile, ha habido siempre, sólo habían tenido la suerte de no ser pillados. Luego se van por el camino más fácil, renuncian a los cargos, a los partidos, “reconocen su error”. Pero, ¿No tendrían que devolver lo que por error se llevaron? ¡Así pagan sus delitos algunos privilegiados en Chile!
Estas, son algunas respuestas de por qué el chileno no participa, porque huele que hay mucha basura debajo de la alfombra, que aún no se ha terminado de barrer.
Entonces, para evitar conflictos de interés y tráfico de influencias en la política, todos los empresarios que se quieran dedicar genuinamente al “servicio público” deben renunciar temporalmente a su participación directa en sus empresas privadas a través del fideicomiso ciego y acercarse a la iglesia, especialmente por el CONFESIONARIO; antes de asumir un Ministerio, para después de ser nombrado por el Gobierno de turno, no tener que renunciar al cargo, por pecados no confesados.
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