Un buen análisis nos entrega Mario Galvani sobre la contratación del nuevo entrenador de la selección nacional de fútbol, Reinaldo Ruedas, después del decepcionante desempeño de Pizzi que nada aportó y si la selección logró lo que logró fue porque jugaron como lo hacían desde antes y no de la forma que él quería, provocando lo previsible, el desgaste del grupo ante el nulo liderazgo de su entrenador, lo que nos costó la clasificación a un mundial.
Es de esperar que las dificultades y los contratiempos que acompañaron las negociaciones para su contratación, no las tenga en la cancha, donde realmente importa. No hay dudas respecto a su trayectoria y su exitoso palmares, sobre todo a nivel de clubes, lo que en definitiva lo ha catapultado al grupo selecto de entrenadores en el continente. Los pergaminos los tiene y la capacidad y competencia también, eso está fuera de discusión.
Sin embargo, en el futbol, todo esto es relativo y no siempre este perfil, garantiza éxitos y triunfos. Me parece que lo que sí está clarito, es que Reinaldo rueda, Colombiano de 60 años, enfrenta un desafío de proporciones. Devolver la confianza a esta brillante camada de futbolistas, que sufrieron una gran frustración, luego de quedar fuera de la próxima copa del mundo de Rusia. No será fácil recomponer un camarín deteriorado en el aspecto emocional y humano, tendrá que recuperar la disciplina y el rigor en el entrenamiento, algo que se perdió con el anterior técnico (Pizzi) y que es una condición sine qua non para volver a darle a esta selección esa mística y ese espíritu, que eran su carta de presentación en todas las canchas del mundo.
Veremos si es capaz de cambiarle la cara a la selección, con la tan ansiada renovación y el recambio generacional, una tarea muy difícil en la práctica, considerando la realidad de nuestra competencia y un déficit estructural en el trabajo de las divisiones menores.
Entusiasma y nos ilusiona el hecho de que Rueda vaya a tener injerencia en el trabajo de las selecciones menores, porque ahí está la clave para poder pensar en un recambio de cara al Mundial de Qatar 2022. Pero también me preocupa que el nuevo técnico modifique lo que tanto costo inculcarle a los futbolistas chilenos, esa filosofía de juego que impuso Bielsa y continuó Sampaoli, ese estilo ofensivo, vertical, con presión constante y transiciones rápidas, enfatizando el funcionamiento colectivo por sobre las individualidades.
Muchos dirán que lo importante es ganar, pero ahora el paladar del público chileno subió de nivel, ya no se conforma con solo ganar. Durante una década, se acostumbraron a ganar jugando bien y siendo protagonistas, dejando encandilado al planeta futbol, con una identidad clara de juego. Es legitimo pensar que cada técnico trate de imponer su sello, no obstante, bueno sería tomar en cuenta, el arraigo y la identificación, de los chilenos con su selección nacional.
Mientras Rueda se impregne con las ilusiones y las esperanzas de cada uno de ellos, tendrá más posibilidades de ganar que de perder. En hora buena
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