Haciendo referencia a la Batalla de Tucapel, que se conmemora en diciembre y donde cayó vencido Pedro de Valdivia, Luis Llanquilef nos escribe una encendida columna que de seguro no dejará de llamar la atención y unos cuantos la considerarán una abierta provocación.
Corría mediados de diciembre de 1553, Valdivia sucumbía a manos del ejército mapuche de Leftraru y Kalfulicán en la mítica batalla de Tucapel, 461 años después ya debemos hablar de soberanía, autonomía y autogobierno para nuestro pueblo Labkenche.
Estoy seguro que esto no gustará a más de alguno, aun hay eruditos que no quieren que se hable de estos temas, son los derrotados de la historia que rinden culto a los que en la batalla de Tucapel dijeron “que quiere vuesa merced que hagamos si no que peleemos y muramos”. Y ahí murieron, en Licauquén, que incongruencia, ese grito de derrotados Cañete lo hace suyo y ahí está en el escudo comunal.
Entiendo que en los tiempos que vivimos reconstruir la nación mapuche, sobre todo sus mandos ancestrales y organización social no es un asunto fácil, han surgido las estigmatizaciones de siempre acompañadas de mucha opinión descalificatoria y sin control, espero que estas vengan principalmente de los adeptos de los derrotados en Licauquen, todos ellos hoy ya sin historia.
Por suerte la historia de los pueblos no es lineal y frente a los estigmas, esa rueda de la historia sigue avanzando, y así fuerza esos paradigmas establecidos para que nuestras autoridades tradicionales sean reconocidas y escuchadas.
Lo verídico hoy día es que la institucionalidad tradicional indígena es completamente válida, el Convenio 169 de la OIT y la Declaración Universal de los Pueblos Indígenas, fijaron el estándar que les entrega reconocimiento total a nuestros Lonkos, depositarios de un vasto Kimun; lengua, espiritualidad, cultura, conocimientos de sus territorios, son solo ellos con su propia forma de organización social los encargados de aplicar y hacer funcionar las leyes del AD-MAPU nuestro vigente entramado institucional.
Estos nuevos estandares que debieran ser para las autoridades del Bío-Bío un enorme aporte de interpretación de la realidad social y política de la Provincia de Arauco, no aparecen como considerados, imaginemos que beneficioso hubiera sido haberlos incluido en las cumbres Nahuelbuta, de seguro se habría aportado una mirada distinta en lo social y cultural, se abría escuchado otra concepción de ver y entender el territorio, el suelo patrio en el cual ejerció gobernabilidad propia.
En estos nuevos tiempos ya nadie puede desconocer que el Labkenmapu de Arauko se encontraba ordenado y administrado por los hombres de la costa, de no haber sido así no se hubiera consumado el triunfo militar de Tucapel.
A 461 años de Tucapel, los mapuche Labkenche de Arauko siguen luchando para recuperar y gobernar su territorio histórico, porque jamás han dejado de creer en la autonomía como un derecho de los pueblos que viven en un estado de avasallamiento interno.
La autonomía Labkenche es un derecho que no niega ley alguna, muy al contrario, lo que hace es exigir que exista en Chile una NUEVA CONSTITUCION y que en ella se reconozca la presencia mapuche Labkenche.
Se debe entender igualmente que una autonomía vivida en relación de equidad plantea una nueva forma de vida, lejos de un desarrollo generador de desigualdad, el que en nuestra provincia de Arauko tiene como principal agente a las empresas forestales, las que han empujado todo el Labkenmapu a una situación desértica ya sin agua y de atraso y rezago.
Por último, la autonomía y el autogobierno son derechos conculcados en normas internacionales que el estado chileno se ha comprometido de respetar, visto aquello, lo que solo estamos exigiendo es que las actuales autoridades cumplan la ley y no solo nos exijan a nosotros de hacerlo.
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