Hoy por primera vez nos colaborará con sus comentarios y opiniones, MOISÉS VALENZUELA, político y cañetino. Su primer tema es comentar y criticar lo que sería nuestro nuevo distrito electoral, el que según su opinión, no se configura como una unidad de carácter social, cultural, territorial, comercial y/o económico.
Dicen que no hay sistema electoral bueno o malo en sí, sino que su efectividad se mide por su capacidad de adecuarse al momento histórico que vive un determinado país. Hay quienes sostienen que el binominal entregaba estabilidad a un Chile herido en los 90, otros sin embargo, sostienen que era un sistema electoral profundamente poco democrático que excluía las minorías y sobrevaloraba las mayorías.
Su fin es una buena noticia para un nuevo Chile más democrático, más diverso y más tolerante que hace 20 años. Este hecho, unido a la propuesta de agenda de probidad y transparencia, a medidas anticorrupción y a una adecuada legislación en materia de financiamiento de la política, si se hace bien, genera un escenario auspicioso para la democracia chilena del futuro.
Aún así, y a pesar de que la ley ya fue promulgada, es necesario hacer algunas reflexiones respecto de las consecuencias que la nueva normativa electoral tendrá para el nuevo distrito 21 la cual pertenece nuestra provincia de Arauco.
La principal ventaja del nuevo sistema electoral es que aumenta la proporcionalidad, por lo tanto la representatividad total del sistema. Es decir, las distintas visiones de la sociedad se verán representadas en el Parlamento, a diferencia de lo que sucedía con el sistema anterior que aumentaba la representación de los dos más grandes conglomerados limitando la participación de visiones minoritarias. Esto, según señalan los expertos, aumentaría la legitimidad del Parlamento. Para aumentar la proporcionalidad se aumentó la cantidad de parlamentarios a elegir y se hizo un redistritaje, es decir se redibujó el mapa geográfico electoral de elección de los nuevos parlamentarios. Según los técnicos la primera medida era absolutamente necesaria pero la segunda no.
Es por ello que no se entiende el cambio realizado en el nuevo distrito 21. Un distrito debe tener ciertos elementos de unidad que sean identificables. En este en particular no hay elementos que lo configuren como unidad de carácter social, cultural, territorial, comercial y/o económico. Incluso existe una cordillera que los separa y que complicará el traslado de los parlamentarios de una zona a otra dificultando la expresión de las voluntades de los ciudadanos hacia los actores políticos.
Es así como la composición del nuevo distrito está pensada más en lograr un aumento de la cantidad total de parlamentarios, que en el dibujo del distrito mismo y las consecuencias que ello tendría para los habitantes de nuestra zona. Lo mismo ocurrió cuando se discutió la duración del mandato presidencial. Se lo hizo coincidir con las elecciones de parlamentarios (cada cuatro años) sin considerar las consecuencias de un mandato de tan corto tiempo, lo cual fue un error.
Así, y a pesar de que el sistema general aumentará su representatividad, existirán otro tipo de problemas, sobre todo respecto del financiamiento: un distrito más grande y sin lazos territoriales reconocibles encarecerá las campañas lo cual dificultará la elección sobre todo de nuevos candidatos. Esto pues, el nuevo distrito 21, no cuenta por ejemplo con medios de comunicación, radio ni espacios territoriales comunes que faciliten la elección de los parlamentarios.
Es de esperar que los nuevos candidatos al parlamento logren superar estos inconvenientes y que las modificaciones legales que están en la discusión pública, respondan a los desafíos de financiamiento de la política con igualdad y transparencia para todos los actores, y den paso a la necesaria renovación de nuestra alicaída clase política.
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