Para este cañetino de cepa que acarició todos los confines y recorrió la meca y la seca de este pueblo con historia, es difícil aceptar y digerir los cambios que ha experimentado Cañete con el paso inexorable del tiempo.
El crecimiento demográfico y el arribo de la modernidad, le han dado un nuevo rostro, con avances en algunos aspectos los cuales son notorios, pero creo que social y humanamente hablando, estos cambios le han hecho mal a Cañete.
No quiero que se mal interprete mi modesta opinión, nunca me he creído dueño de la verdad y menos ahora que solo voy de turista una o dos veces al año, pero debo reconocer que me gustaba mucho más el otro Cañete, aquel que en sus calles de fácil y rápido recorrido, uno encontraba a cada paso un genuino hijo de esta tierra y compartía las ultimas noticias o eventos sociales que generalmente reunían a toda la familia. Como no recordar los tranquilos paseos por la plaza de armas, las interminables tertulias en alguna esquina o esa variada opción que brindaba la noche, para todo tipo de público y para aquellos como yo, que después de un buen partido de basquetbol en el gimnasio Alianza disfrutábamos de la conversación en alguna peña o restaurante que reunía a los amigos de los amigos.
Algunos dirán que estoy preso del pasado y la nostalgia, pero no, asumo absolutamente que eran otros tiempos y que todo era muy distinto, no obstante, esta incuestionable realidad me lleva a la inevitable y odiosa comparación. Me parece que el aumento de la población flotante y el auge comercial, producto de esto mismo, tuvo un desarrollo que lamentablemente no fue de la mano con cambios en la infraestructura urbana y en vez de favorecer la calidad de vida de los cañetinos, la perjudico.
El mejor ejemplo de esto es el desproporcionado parque automotriz en relación al escaso desarrollo de las obras viales que puedan soportar la invasión de vehículos en las calles. Reconozco que cuando un pueblo se transforma en ciudad, se producen trastornos de diferente índole, pero cuando estos trastornos afectan el diario vivir de la gente y a su convivencia, es porque algo falta. Me preocupa que este Cañete que desconozco y que desconoce a los genuinos cañetinos , haya perdido esa magia de hacer de la vida un placer.
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