Una historia antigua, pero no menos actual, es la que nos entrega Luis Flores, esta que se repite en cada elección, a la que se agrega hoy el uso de redes sociales donde, por ejemplo, los candidatos a diario saludan a su público con una falsa sonrisa; que decir de las Radios donde alguno/as candidato/as gasta en más de una emisora, de ahí reparten consejos y bendiciones, contestan llamadas haciendo creer que conocen a quien llama y llenan su espacio con argumentos triviales, básicos y vacíos.
Relata Luis Flore Olave:
Ayer mientras caminaba, tranquilamente, por una calle central del pueblo, mirando los pajaritos, me encontré en la calle con un señor que de repente se me vino encima con los brazos abiertos y me dio un tremendo abrazo y me palmoteó la espalda como si fuera la llegada del año nuevo. Casi me dio un ataque, cuando me miró a la cara y preguntó cómo estaba mi familia, mi mujer, mi padre, mis hijos y de cómo me iba en el trabajo. Yo le contesté que estaban todos bien y que en la pega me iba excelente.
No puedo negar que nunca un desconocido me había abrazado con tanta familiaridad y apretado la mano con tanta fuerza. Incluso me cuestioné de no saber quién era; pero, él parecía saber mucho de mí. Lo acompañaban varios personajes que me miraban sonrientes y también me saludaban.
Sin reponerme aún, creí distinguir entre los acompañantes a varios vecinos (por decirlo de alguna forma) que muchas veces habían pasado a mi lado sin darme bola. La verdad es que era la primera vez en que, también, me saludaban.
Después de palmotearme varias veces la espalda me entregaron unos papelitos y siguieron su camino. Me di cuenta que conocían a mucha gente ya que con todos hacían lo mismo. Hablaban fuerte y saludaban con la mano en alto.
- Puchas que soy desmemoriado. Me dije. ¿Quiénes serán?
En eso caminé unos pasos y me encontré con mi compadre Juancho.
- Él tiene que saber - me dije – Juancho conoce a todo el mundo.
- ¿Cómo no vas a conocer al candidato? – me dijo mi compadre. – Él es quien defiende a los trabajadores y cuando sea elegido bajarán todas las cosas, incluso a mí me darán la pensión que tanto he tramitado. El candidato me lo prometió. - aseguró mi compadre.
Ya más tranquilo y frente a las preguntas del candidato, me acordé de varias cosas, primero que no tengo familia, no tengo mujer ya que soy soltero y mi padre murió hace como 10 años, hijos nunca he tenido y estoy cesante hace como tres años; sin embargo, con la emoción le contesté al candidato que todo estaba bien.
Lo que no sabía en ese momento en que este episodio me ocurriría muchas veces con muchos otros señores que se llamaban igual: “candidato”. Candidato a lo que fuera; pero todos, uno tras otros actuaba de la misma forma. Recuerdo que alguna vez pensé que con tanto candidato. ¿Quiénes son entonces los que van a votar, si todos son candidatos?
OTROS TIEMPOS
En lo personal no tengo más memoria que las elecciones presidenciales de 1964, en la que había tres candidatos el radical Julio Durán Neumann, el socialista también apoyado por comunistas Salvador Allende Gossens y democratacristiano Eduardo Frei Montalva. En ese tiempo los pueblos de la provincia de Arauco eran pequeñitos, de calles de ripio, algunas, otros verdaderos lodazales en invierno y polvorientas en verano, con veredas sin pavimento y la iluminación de calles, escaza. Había que sentarse largamente en alguna parte para ver pasar un vehículo, generalmente un Ford A, de los pocos que había.
En Cañete, mi ciudad, entonces, no era menos que otras, por lo que los comicios formaban parte de una tremenda expectativa para conocer los candidatos. Estos eran anunciados con mucho tiempo de anticipación y todos queríamos estar presentes. No importaba quien fuera el candidato, lo importante era estar allí para escuchar los fundamentos de su programa de trabajo, expresados en un potente discurso; por lo que en cada concentración era común ver una multiplicidad de colores, ideas, pensamientos y líneas políticas. Toda la comunidad iba, nadie peleaba, discutía ni destrozaba la ciudad al término de ella.
Nosotros, especialmente con mis compañeros de curso nos las arreglábamos para estar en todas y me daba cuenta que los electores también.
Creo que nunca voy a olvidar el “entarimado instalado, preferentemente, en dos lugares: la esquina del correo, que hoy es la Tercera Comisaría de Carabineros y el sitio vacío frente a la Plaza de Armas, donde se ubica la municipalidad de la ciudad histórica. Opcionalmente se usaba el kiosco de la Plaza de armas.
Ese año (1964) pudimos ver de cerca a Eduardo Frei Montalva, quien nos parecía de una tremenda estatura y que con su porte erguido y su nariz que fue objeto de múltiples “memes de la época” en la revista Topaze y diario “El Clarín”, con un prolongado y convincente discurso. El caso de Salvador Allende, quien me pareció, a la distancia, de menor estatura; pero, más eufórico en sus palabras, sin papeles escritos y apoyado solo en el don de la elocuencia. Golpeaba muchas veces el aire simulando hacerlo sobre una mesa y elevaba insistentemente su mano izquierda.
No recuerdo haber visto a Julio Durán, visitar las calles de Cañete. Sonó también para la candidatura de derecha el nombre de Jorge Prat Echaurren, militante de un pequeño partido, Acción Nacional, quién al no tener apoyo de los partidos tradicionales no postuló.
Esa elección fue bastante discutida entre los estudiantes de mi curso que no sobrepasábamos los 10 años y nunca logramos ponernos de acuerdo ya que cada uno tenía su preferencia, que era, en realidad, la de la familia.
Una de las acciones que decidió el resultado de las elecciones de ese año, fue la renuncia, en primera instancia de Durán, que tenía muchas posibilidades de triunfar: Renuncia de la que se retractó posteriormente para no dividir al radicalismo; pero el electorado de derecha que le apoyaba ya no creyó en él y decidieron apoyar, lo que llamaron “mal menor”, Eduardo Frei Montalba, a pesar de que este dijo que “no cambiaría ni una sola coma de su programa”.
Finalmente venció Eduardo Frei con un 56,09 por ciento, seguido de Salvador Allende con 38,93 por ciento y Durán solo logró el 4,98 por ciento.
De este gobierno, recuerdo porque nos tocó de cerca, la reforma educacional que creó el séptimo y octavo, disminuyendo la educación secundaria de seis a cuatro años, que perjudicó a la enseñanza profesional en la que posteriormente estudié. Otro recuerdo es la Reforma Agraria, CORA, con lo que cambió la fisonomía del sector con modernas oficinas y viviendas a su alrededor y el desfile de funcionarios por la antes solitaria vía llamada “camino a Concepción”.
También aumentó el parque automotriz con los recordados (por algunos) vehículos rumanos, que nosotros los infantes llamábamos “remalos” de color verde.
También recuerdo la operación sitio y los centros de madres.
En 1970
En las elecciones de 1970, que a pesar de haber ocurrido solo seis años de la anterior, los pueblos de la provincia de Arauco ya estaban un poco más modernos, las ciudades adquirieron dinámicas diferentes.
En Cañete, por ejemplo, ya había radioemisora, las oficinas de la Corporación de la Reforma Agraria ubicadas en lo que hoy es la avenida Eduardo Frei entregaban un nuevo aire y los vehículos habían aumentado su ritmo por las polvorientas calles. Aún no estaba definido el tránsito y calle Tucapel era un verdadero lodazal intransitable siempre. Era mi camino diario al Instituto Comercial que junto al Liceo de Hombres ya funcionada (desde el año anterior) en el actual local del “José de la Cruz Miranda Correa”, antes lo había hecho en calle Riquelme.
Curiosamente esos comicios son más lejanos para mí. No recuerdo haber concurrido mucho a los actos de proclamación y marchas, que obviamente solo veíamos pasar.
La lucha fue dura, pero sin llegar a la violencia. Los candidatos de la UP y la DC hacían grandes actos de masas que reunían a millares de personas, en cambio a Jorge Alessandri Rodríguez, su comando le evitó los grandes actos, pues consideraban que sus 74 años jugarían en su contra.
En esa elección por el escaso margen de diferencia entre los candidatos el Congreso dirimió quien dirigiría el país entre los años 1970 y 1976 en favor del candidato socialista Salvador Allende, quien solo gobernó hasta el 10 de septiembre de 1973 ya que el día 11 se produjo un Golpe de Estado que se extendió por 17 años.
MÁS ALLÁ DE LOS NUMEROS
Más allá de resultados, números y otros aspectos lo que ha cambiado en los procesos eleccionarios son las formas de llegar a los votantes, aunque la vieja escuela sigue manteniendo vigentes algunos aspectos, aunque las marchas, por ejemplo, no representan lo mismo.
Nunca olvidaré la figura de Alberto Jerez Horta, caminando al lado de una gran fila de personas gritando consignas en favor de su candidatura, en conjunto con sus partidarios tras el cierre de un encendido discurso que les brindó desde el kiosco de Cañete. Claro que también hubo algunos representantes de la zona que nunca conocí. Lo mismo ocurre en la actualidad. Más de alguna vez he intentado conversar con alguno, sin tener resultados.
Hoy los candidatos, no van por las casas, no preparan con la valentía admirable de los antiguos, concentraciones en cualquier punto de la ciudad. La verdad que creo que es por miedo a que no vaya nadie. La conformidad está en llenar las calles de “palomas” y no mensajeras precisamente, en llenar los espacios de las radios con su publicidad, ofreciendo puentes, calles pavimentadas, sedes comunitarias, poblaciones, cuando en realidad ninguno, ni diputados ni senadores están en condiciones de ofrecer aquello ya que no está en sus atribuciones.
CURIOSIDADES
Recuerdo que en una oportunidad tras muchos intentos logré contactar a un diputado que después optó a senador (sin éxito) y que apenas llegar a su sede, me dijo que solo disponía de 30 segundos porque debía ir a una entrevista en una radio de la comuna y que eso era más importante para él. Mientras tanto, el personero (por quien yo había votado) se calzaba su abrigo. Frente a eso opté por retirarme sin exponer la situación, que en este caso no era personal sino de beneficio para un amplio conglomerado de la comunidad.
En la actualidad no tengo contacto con diputados y senadores, como alguna vez los tuve. Aunque, no quiero faltar a la verdad y diré que solo uno de ellos sigue teniendo buena memoria y nos alegramos con cada encuentro, curiosamente no tenemos afinidad política; pero eso no es importante para el ciudadano común y corriente como uno, lo importante es saber que está allí. Los senadores me son lejanos, nunca los he visto por aquí.
De los que ya no ejercen siempre me agradaron don Mario Ríos Santander y Mariano Ruiz Esquide tenían un buen discurso y una mejor plática.
EL JUEGO DE LAS MAYORÍAS
Durante los últimos años, desde 1990 en adelante, se ha venido detectando una notoria disminución del interés en los sufragantes de hacer uso de un derecho democrático como es elegir a sus representantes en las cámaras alta y baja, en los municipios y que ahora se ha extendido a los Cores y Gobernadores Regionales. Como vemos se ha acrecentado las posibilidades de elección; pero, ha disminuido el interés.
Estará lo anterior (pérdida de interés) relacionado con una eventual pérdida en la credibilidad de nuestra clase política o en el decrecimiento de la capacidad de convocatoria de los aspirantes. No será necesario retornar a antiguas prácticas como de concurrir, llamar o concitar concentraciones públicas donde los candidatos, en elocuentes discursos relaten, cara a cara, a los electores de sus planes de trabajo y no se limiten a escribir en Facebook o a concurrir a pauteadas entrevistas radiales o de televisión o comprar espacios en periódicos en papel y digitales, donde aparecen clausurados los espacios a réplica o sometidos a revisión por el editor.
ANÉCDOTA
Una mención especial para el fallecido diputado Jaime Rocha Manrique, quien durante la inauguración de la población “Los Lagos de Chile” en Curanilahue, tras larga conversación de temas triviales, alejados del sector de la inauguración, le pidió a su secretario Mario Ruiz Burdiles, “tómame una fotografía junto a al amigo Luis”. Pasó mucho tiempo y lo encontré en Carampangue, en la inauguración del nuevo estadio y le pedí una entrevista, antes de comenzar, me dijo “hace tiempo que no nos encontrábamos”. Lo miré extrañado y lo supo de inmediato, diciéndome “Recuerda que nos tomamos una foto en Curanilahue”. Yo, lo había olvidado.
Creo que voy a dejar hasta aquí esta reflexión y que espero sea tomado con la altura de miras con que fue escrita en un ataque de nostalgia frente a situaciones que dentro de la política ya no se viven.
Eso me hace recordar que una vez el candidato a diputado don José ... Bueno, pero esa es otra historia y la contaré en otra oportunidad.