Raul Donoso nos entrega hoy un interesante artículo con mucho de actualidad.
Hace años escuché decir en son de broma a un amigo que trabajaba en una institución del Estado: 'nosotros hacemos como que trabajamos para xxx institución y xxx hace como que nos paga' Una perfecta simulación que hasta produce gracia, entendiendo claro que, al menos en su caso era broma.
Hay metáforas que no son inocuas como la del caso mencionado, que si bien no coinciden con la realidad, se ejecutan de manera virtual (¿o real?), produciendo daño efectivo.
Pareciera ser que en estas elecciones se confrontan el capitalismo contra el marxismo. Por lo menos así se desprende de las declaraciones cruzadas que se escuchan por parte de los próceres modernos conocedores de las necesidades del 'pueblo'; pero la verdad es que Usted y yo, aparte de tomar palco y no poder ni chistar, no sabemos si estamos siendo realmente representados. Las agresiones verbales no ocultan los odios contenidos de una guerra fratricida y subterfugia de chilenos.
¿Qué vendrá después? Supongamos que el sector que pierde represente un 45% de la votación, en general las distancias entre perdedores y vencedores es más estrecha, pero dejémoslo ahí. Estaríamos hablando de 8.100.000 personas
Llamemos a estas partes 'A' y 'B', para mostrarnos lo más aséptico posible y no mencionar partidos. Si gana 'A', obviamente pierde 'B' y viceversa; uno celebrará y el otro se recogerá al mundo de las penumbras. Hasta ahí todo normal. Sin embargo algo ha pasado en nuestra sociedad chilena que se ha encendido en odios y descalificaciones unos contra otros.
Las campañas se han tornado en algo personal, donde no se discuten ya las ideas y propuestas, sino tirarle barro al candidato contrario, queriendo decir 'YO SOY MEJOR QUE ÉL', si gana A o B ¿qué haremos con ese 48%?, estamos hablando que representarían aproximadamente 8.100.000 personas (no me venga con que no serían tantos, da lo mismo), hermanos nuestros, pero es tanto nuestro odio que ojalá los pudiéramos expulsar de manera ignominiosa del país por mal nacidos e intrínsecamente malos, ¿también estaríamos dispuestos a matar?; es decir ¿8.100.000 no cuentan para nosotros?, ¿no compartimos su sangre?; ¿es que corresponde odiar de esa manera porque simplemente hay gente que piensa distinto?, es que si gana A, ¿significa que conceptualmente tiene que pensar igual el 100% de la ciudadanía?, excepto claro los de CI bajo, los ingenuos, los cándidos, etc. Hay sectores políticos que se sienten tan dueños de la verdad tan mesiánicos, tan iluminados que todo lo que sea diferente debe ser hecho polvo, ojalá con sed de venganza. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡A ESO HA LLEGADO CHILE, NUESTRA FAMILIA CHILENA!!!!!!
Qué bien vienen a colación las palabras del poeta español M. Blanco Belmonte en su trova Sembrando
'Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre y, en las guerras brutales con sed de robo, hay siempre un fratricida dentro del hombre, y el hombre para el hombre siempre es un lobo'
Que gane un candidato u otro siempre trae consecuencias para el país, PERO: ¿dejaremos que la principal consecuencia sea un odio fratricida? Ni en los países europeos duró tanto el odio entre enemigos después de la segunda guerra mundial. Pero nuestro pueblo se preocupa de defender ideologías y de odiar.
Se dice que en la guerra de secesión de Estados Unidos murieron 620.000 combatientes sin contar las decenas de miles de civiles.
¿Tal vez una guerra fratricida le vendría bien a usted para saciar su sed de sangre?; venganza matar, venganza, matar, ¿buena consigna cierto?, parafraseando a un personaje histórico, 'hay que odiar de manera sobrenatural para poder matar fríamente al enemigo'