El titular no dice mucho con el fondo de la columna de nuestra colaboradora. Desde que mostraron a una doctora despotricando contra el Hospital Cañete que no se leíamos tanta crítica hacia este, pero ahora con respeto, claridad, mucho sustento y evidencias.
NOS ESCRIBE JUANA SALAZAR:
Hace rato que no escribo y no podía dejar pasar esta oportunidad para hacerlo y ¡Cómo no!, si estoy de cumpleaños, pero de algo que no es común celebrar. En mi caso amerita que lo haga, ¡Sí! porque el 1° de Julio del presente, cumplo cinco años de Jubilada.
Cuando tomé la decisión de alejarme del mundo laboral, algunos compañeros me decían que me iba a aburrir y que echaría de menos el trabajo. ¡Y bien equivocados estaban!, aún no he tenido tiempo para aburrirme, sigo escribiendo, me gusta tejer, cocinar, he aprendido algo de huerta, participo en un grupo de folclor y encontré en YouTube una excelente escuela donde puedo aprender todo lo que quiera, también camino bastante, porque ser conductora no fue lo mío y vendí mi “limusina” hace un montón de años.
En relación al trabajo, al día siguiente ya me olvidé de él, me mentalicé con mucha anticipación para dejarlo. El trabajo no es la vida entera y se debe dedicar tiempo para otros intereses y quizás alcanzar otros sueños, además que en el último tiempo lo estaba pasando mal.
Parece que Diosito me quiere, porque me sacó del sistema justo antes de la crisis social y la pandemia, pero mi alma de Enfermera me motivó a ofrecer mis servicios voluntarios para participar del proceso de vacunación, pero no me llamaron.
Aún sigo en contacto con algunos compañeros, que piensan que me hizo bien la jubilación, yo opino igual, pero no puedo decir lo mismo del lugar donde trabajé. Este último tiempo he visitado más el hospital; como paciente y como acompañante y da una tremenda pena e impotencia, ver la facilidad con que se le pegó ese terrible virus que se llama burocracia y que se encuentra enquistado en todos los servicios del establecimiento. Es cierto que deben existir algunos protocolos, pero ahora se les pasó la mano y no le echen la culpa a la pandemia que ya está en retirada, todo esto solamente es el resultado de una pésima gestión.
Hay una indolencia y desconexión total hacia los usuarios, no piensan que la mayoría son adultos mayores, que no tienen los recursos económicos para andar dando un montón de vueltas inútiles en busca de horas de atención. Claro, para ellos es fácil decir: ”llame a la línea 800”, “ya quedó anotado en el cuaderno” y “lo llamaremos”; comodines que nunca funcionan.
A raíz de los muchos problemas detectados, solicité una entrevista con el Director del establecimiento, Sr: Rodrigo Sau, agregando que no quería que fuera breve, porque tenía muchos temas que tratar. Me dieron la citación para el día 03 de Febrero del presente y debo reconocer que me dedicó bastante tiempo, pero poco me escuchó, estuvo muy a la defensiva y en tres oportunidades, me pidió que identificara a los funcionarios y les colocara un reclamo. A lo que me opuse y contesté que no es con reclamos que se solucionan todos estos problemas y lo que se necesita urgente es más supervisión y erradicar de una vez la tremenda burocracia instalada.
El otro tema que abordé fue el aspecto descuidado y sucio del establecimiento. Le recordé, que cuando llegamos a ocupar las nuevas instalaciones, era todo casi sagrado e intocable. Las instrucciones eran bien precisas y estrictas, no podíamos cambiar nada de lugar, ni siquiera la posición del escritorio y mucho menos pegar “papelitos” en las paredes y ¡Véanlo ahora¡ los pasillos parecen una interminable página sobrecargada de avisos económicos, donde ni siquiera se molestan en retirar los que ya no están vigentes.
Y en relación al aspecto sucio del exterior del recinto, me contesta que hacer esta mantención cuesta muchísimos millones que el establecimiento no tiene. ¡Pero por favor!, hay que dedicarse y buscar estrategias para evitar que se siga deteriorando. O, ¿Es mucho lo que pido?
Lo otro preocupante y que me produce pena, es la acumulación permanente de comentarios negativos hacia el establecimiento y sus trabajadores, en que el enojo de los usuarios les impide distinguir que dentro de la institución hay excelentes funcionarios que también lo están pasando mal por la forma en que se está trabajando. Son ellos los que reciben la furia de los usuarios, no las jefaturas, convirtiéndose de esta forma en otras víctimas de esta pésima y burocrática gestión.
POR HABERME LIBERADO DE TODO ESTO, ¡CÓMO NO CELEBRAR! Y DECIRME: ¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!
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