Que tremenda historia nos comparte hoy Luis Pedro Barrueto Cid (80), despues de leerla muchos habremos aprendido algo más del Cañete antiguo, biología, agricultura familiar, quesería y emprendimiento de una mujer campesina.
Para mi alegría, encontré una linda foto de una planta de cardo florida en la internet. En general, en términos de agricultura, esa planta es considerada una maleza y punto, excepto, en Escocia donde es flor nacional.
Sucede que esa planta también tiene un lado culinario, pues, sus flores azules eran usadas antiguamente por colonos europeos: portugueses, españoles, italianos, alemanes, etc., para producir quesos artesanales de vaca, aquí en Latinoamérica, después, esa tradición pasada a los descendientes.
En el campo, mi “abueli” materna, María Ortiz, (Q.P.D.) viuda de Candelario Cid Zanzana, fue una excelente artesana en esta área, allá por aquellos lejanos 1930-40 en Cañete y usaba la flor del cardo entre sus ingredientes.
Mi abueli instaló su “quesería” en diversos valles cañetinos conforme las emigraciones de la familia: Cayucupil, Reputo, Los Batros y Tirúa.
En esa época, Cañete era apenas un “Town” y no una “City” como es hoy: electrificada, alcantarillada, llena de internet y de tarjetas de crédito, pero todavía, sin una Universidad Rural con “big data” y sin industria.
Sus clientes de la época eran: Dom Juan Beratto, Enrique Krausser, Eudocio Rivas, Club Social etc.
La flor del cardo, Silybum marianum, posee encimas capaces de coagular la caseína de la leche y, este es el punto de partida, en la fabricación del queso, rico en Vit. B12, calcio y proteínas. Siendo que, la leche de vaca es muy rica en esta proteína, caseína, inclusive, superior a la leche humana.
Era la Agricultura Familiar de aquellos años, practicada de forma apenas empírica y sin subsidios del Estado como hoy, pero ejercida de forma sustentable, seguridad alimenticia y con precarias cadenas de abastecimiento.
Así, mi “abueli” que hoy descansa en paz, bajo la sombra de grandes secuoyas, en el cementerio de Cañete, fue también, pionera de esta industria de lacticinios en esta tierra de Pedro de Valdivia y Caupolicán, cuyos genes, forman parte de nuestra carga biológica hereditaria.