En un sentido amplio, la agricultura moderna en todo el mundo, está se tornando un ejemplo de producción holística, pues, además de la producción de alimentos, está se preocupando con la conservación y protección del medio ambiente.
Lo contrario de holístico es sectorial, regional, cada uno en su pedazo, haciendo lo que puede.
El estado, por un lado, el sector privado por otro y el mercado modulando.
Resulta que el mundo, está muy innovador y competitivo y entonces, el desafío está planteado.
¿Quién vende más? ¿Quién retorna más dólares?, mas, evitando erosionar el medio ambiente.
Pero vender más, requiere de algunos ingredientes o condiciones que en agricultura son muy clásicos, pero no siempre llevado en cuenta.
Ella precisa de seguridad jurídica de sus predios, abundantes y oportunos recursos financieros y tecnológicos, por un lado, por otro, profesionales que conozcan su oficio, bien como, una adecuada y eficiente macroeconomía con estabilidad de: costos, inflación y directrices claras del juego económico.
Ahora más que nunca, porque el cambio climático está alterando las reglas del medio ambiente de forma abrupta o incierta con lluvias y sequias por sobre las medias anuales.
No hay como negar, el impacto climático en la vida humana, ecosistemas y actividades económicas.
Por tanto, la agricultura chilena precisa de nuevos estándares visto que sus 17 millones de consumidores requieren un lucro social y regional, más palpable en termino de vida urbana, respecto a renta, empleo y consumo de alimentos más nutritivos e menos contaminados.
El fortalecimiento de la agricultura en un sentido amplio pasa también, por excedentes de producción exportables, mejor uso de los recursos tierra/agua, reducción de la erosión, un balance más positivo del carbono, y un padrón de vida más digno del trabajador rural.
Inclusive, con más moderna infraestructura de laboratorios e instalaciones en sus unidades de pesquisa, con más y competentes cuadros de personal.
Obviamente, seleccionados con base en el mérito y no en el nepotismo, como es clásico en nuestro Chile.
Esto, para servir con más eficiencia y soluciones sustentables al campo chileno y al productor rural, cuya composición, varía de norte al sur del país.
Cañete por ejemplo, como borde costero, siempre tuvo lomas y vegas: paperas, trigueras, hortaliceras con estabilidad climática.
Lo mismo para la fruta,: manzanas, ciruelas, duraznos, peras, cerezas frutillas, etc. siendo precoces o tardías.
Contulmo y Cayucupil son algunos buenos ejemplo de eso. En general las quintas eran famosas en el área rural de nuestras zonas.
Mas ahora, con las señales de cambio climático en el planeta, por los gases efecto invernadero, el panorama está siendo más arriesgado para la agricultura.
Por eso, una visión holística, la cual requiere esfuerzos logísticos y más interdisciplinares, entre los diferentes sectores del agro, frente a las diferentes comunidades agrícolas, es absolutamente pertinente.
Así, conocimientos más específicos y robustos sobre cada región y ecosistemas respecto a: suelos, ambiente, microclima (heladas, escarchas, precipitaciones), plagas y enfermedades, transporte, mercado etc. son fundamentales.
Porque, en el agro es fundamental calcular los riesgos y tolerancia de los diferentes tipos de manejo y plantíos, bien como, su impacto en el ecosistema.
Por ejemplo ¿el manejo de suelo a través de incendios controlados, para la próxima siembra, es cabible en esta época, como plataforma tecnológica?
El plantío directo, como practicado en otras agriculturas del mundo ¿no podría ser tentado y evaluado como alternativa tecnológica?
Todo esto, dentro de una visión holística y de planificación estratégica, más compatible con el concepto de crecimiento sustentable e inclusivo.
Por otro lado, el progreso técnico es totalmente dependiente del conocimiento científico y no, del conocimiento empírico y tribal de producción.
En otras palabras, el bienestar social solo es posible con desarrollo económico de un país, y la agricultura es parte importante dentro de este ajedrez.
Pena que, la agricultura solo representa: 3,5 % del PIB chileno, 10 % de sus exportaciones y emplea apenas 7 % de la población a pesar que, está “omnipresente” en todo el territorio nacional.
*** SIN COMENTARIOS INGRESADOS***