Recogemos del "Facebook" del alcalde de Tirúa, Adolfo Millabur Ñancuil, una Declaración Pública a raíz del bloqueo de carretera y quemas de viviendas en Quidico; justifica los hechos por "conflictos históricos entre el Estado, las empresas forestales y habitantes en el territorio comunal", donde más adelante agrega "Entiendo la legítima rebelión ante la injusticia, pero no comparto los métodos empleados y su naturaleza" y finalmente, dice que le extraña y reclama que no le hayan despejado la ruta oportunamente.
DECLARACIÓN PÚBLICA
Desde el día de ayer, como es de conocimiento público, ha habido bloqueos de la carretera que une Tirúa con Cañete, situación que tuvo su punto más álgido con la quema de dos viviendas en la localidad de Quidico: una perteneciente a cuidadores de Forestal Mininco, y la otra a un funcionario de salud, que arrendaba el inmueble.
Cada cierto tiempo, nuestra comuna se ve afectada por estos sucesos, que tienen su raíz más profunda en conflictos históricos entre el Estado, las empresas forestales y habitantes presentes en el territorio comunal. Estas diferencias, lamentablemente, no han sido abordadas, ni por los diferentes gobiernos de turno, ni por las empresas privadas, que poseen un gran porcentaje de la tierra de la Provincia de Arauco, lo que ha generado una compleja relación de convivencia entre los vecinos.
Como alcalde de Tirúa, y en función de mis responsabilidades, no puedo estar ajeno a lo que vive nuestra gente. Entiendo los problemas, las injusticias, y la legitima aspiración de las comunidades mapuche de la comuna. Sin embargo, y con todo lo descrito, no comparto la manera de expresar el descontento, pues creo fehacientemente que existen otros métodos más inteligentes y efectivos de manifestación. El aislamiento en que quedamos cuando se producen los cortes en la ruta sólo nos daña a nosotros mismos, pues es como “poner un candado en la puerta de nuestra propia casa”. De esta forma se impide, tanto el acceso como la salida a Tirúa, lo que es muy perjudicial, sobre todo en caso de eventuales emergencias.
Por otra parte, la quema de dos viviendas en la zona urbana de nuestra comuna, como ocurrió en la madrugada, en la localidad de Quidico, atenta gravemente contra la paz de los que vivimos en este territorio. Todo ello sólo provoca un perjuicio hacia nuestros habitantes y quienes compartimos un suelo común. Entiendo la legítima rebelión ante la injusticia, pero no comparto los métodos empleados y su naturaleza, pues no avalo la violencia. Finalmente, quienes ocupan los últimos eslabones en la cadena de poder -en este caso, trabajadores asalariados de una gran compañía forestal que construyeron sus casas, como tantos tiruanos, con mucho esfuerzo- han sido, en este caso, las víctimas en un problema que el Estado debiera tener la capacidad de solucionar de manera efectiva y eficiente. Los poderosos, en cambio, apenas se enteran en sus mansiones de lo que ocurre en las comunas que depredan.
En todo este conflicto, no obstante, hay un hecho que provoca singular extrañeza: desde las 18 horas de ayer y hasta pasado el mediodía de hoy no hubo un despeje de la ruta. Por lo tanto, es mi deber reclamar públicamente ante esta situación, que tiene molestos y preocupados a todos los habitantes de mi comuna.
En mi calidad de alcalde de Tirúa, y considerando las situaciones antes mencionadas, quiero invitar a cada uno de los habitantes de este territorio a buscar de forma conjunta una estrategia para expresar colectivamente nuestros problemas. Además, deseo recalcar con fuerza que no podemos cegarnos en nuestro legítimo derecho de protesta, y atentar contra nuestro propio territorio. Es como encerrarnos con llave y prender fuego a la casa que nos cobija.
Por otro lado, apelo a la institucionalidad de nuestro país, para que entienda que la paz no se edifica sobre la injusticia ni sobre la represión. Las medidas y soluciones momentáneas y superficiales sólo contribuirán a que el conflicto permanezca en el tiempo, y a que éste recrudezca periódicamente, perjudicando a los habitantes de nuestra comuna.
Todos quienes vivimos en Tirúa no deseamos que se produzca una desgracia de proporciones en el territorio, y es responsabilidad de todos los actores buscar soluciones profundas y consensuadas que traigan paz y prosperidad a la comuna. Desgraciadamente, el Estado chileno pareciera estar esperando una calamidad, que puede traducirse incluso en un incidente fratricida entre habitantes de un mismo suelo, para abordar el problema con toda la seriedad que merece.
Adolfo Millabur Ñancuil
Alcalde de la Comuna de Tirúa
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