Hace unos días los diputados aprobaron la despenalización del aborto en tres casos: inviabilidad del feto, peligro de vida de la madre y violación, ahora se viene la discusión en el Senado en donde muchos esperamos se haga realidad la Ley. Los dos primeros casos corresponden a razones netamente médicas y lo que hace unos años (2011) fue comentado por el médico Nelson Vergara y que ahora volvemos a reproduci:
Un país que no aprende de su historia está obligado a repetirla. Cada cierto tiempo vuelven ciertos temas a la discusión y, sin mayor reflexión de por medio, muchos hablan, defienden posturas y terminan legislando sin saber siquiera los alcances de lo que acaban de de hacer.
Aborto es la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas de gestación, y parto prematuro cuando esta interrupción ocurre después de las 12 semanas. Se sabe científicamente, que casi el 80% de los óvulos fecundados (o productos de la concepción) no logran pasar la barrera de las 12 semanas, a veces ni siquiera logran implantación en el útero, y son interpretados por la mujer como un atraso solamente y al abortar como una regla fuera de fecha, sin llegar a ser concientes de la concepción.
Del 20% restante, casi la mitad no llega al final del embarazo por diferentes razones (malformaciones congénitas incompatibles con la vida, infecciones graves, alteraciones genéticas), lo que nos deja sólo con un 10% de los embarazos que a la larga culmina con éxito. Y eso somos nosotros, la minoría sobreviviente que discute si el resto de los que no lo lograron son culpables de algún modo o víctimas de la "maldad" de sus progenitores.
El aborto es un proceso más habitual de lo que suponemos y mucho más natural que artificial. De modo que al menos tenemos cuatro variantes del aborto: espontáneo o natural (la mayoría), artificial o provocado, y este último puede ser involuntario (cuando no se conoce el estado grávido de la mujer y se induce farmacológicamente, por instrumentación o cirugía) o voluntario-intencional (que parece ser el que origina el problema).
Sin esta aclaración: que vamos a discutir sobre la interrupción artificial y voluntaria del embarazo (con pleno conocimiento y acuerdo de las partes concurrentes léase la madre, el padre, la familia y el equipo médico) no hay discusión seria posible, ya que la historia natural del proceso biológico se contamina de creencias, supersticiones y pareceres que, aunque honorables y de muy buenas intenciones, en nada contribuyen a abordar este tema en su real dimensión.
Si sólo el 10% de los embarazos termina finalmente en un parto y en un recién nacido vivo, quiere decir que en la naturaleza íntima de la reproducción humana subyace la dualidad interrupción-continuidad en un delicado equilibrio, que requiere de la superación exitosa de las distintas etapas del embarazo para poder tener éxito; si no las supera, la naturaleza prefiere interrumpirlo y empezar de nuevo.
Muchas veces me ha tocado enfrentar a mujeres que han tenido pérdidas y la mayoría se culpa del evento y creen que algo malo hicieron, que ellas "mataron su guagua". La angustia es tan grande que buscan comprensión y apoyo en la pareja, en su familia o en “consejeros” que terminan por responsabilizarla. En la "demonización" del aborto como tema, finalmente se termina culpando a la mujer que ha podido darse cuenta del proceso, pero que ignora sus alcances. Una vez conocida la historia de más arriba, generalmente terminan diciendo ya más calmadas "…o sea que puedo tener guagua si lo intento de nuevo".
Pero existen condiciones límites, donde es nuestra decisión lo que está en juego y donde la madre naturaleza nos juega una mala pasada: el embarazo extrauterino (tubario la mayoría de las veces), las malformaciones congénitas incompatibles con la vida (anencefalia, mola hidatiforme) y el síndrome hipertensivo del embarazo (eclampsia) que ponen en serio riesgo la vida de la madre en la medida que avanza la gestación, y que obviamente disminuye dicho riesgo mientras más temprano se pueda interrumpir el embarazo.
Todos los hospitales poseen comités de bioética, infecciones intrahospitalarias y auditorias de muerte neonatal. Es perfectamente posible establecer protocolos de manejo para estos casos, que incorporen a la pareja y la familia además del equipo de salud, donde debiera al menos concurrir Obstetra, Pediatra, Matrona, Director del establecimiento y los comités mencionados, con los respectivos resguardos administrativos (actas, consentimiento informado) y legales.
Debemos evitar como sociedad atrincherarnos en posturas, defendiendo ideas polarizantes que sabemos son inconfrontables si no se acepta la aplastante realidad: la tierra gira y ya no es plana, el sol es el centro del sistema solar, el aborto es la interrupción mayoritariamente natural de una concepción fallida y señal inequívoca de fertilidad, que bien puede significar un embarazo futuro y en mejores condiciones.