Resulta tan incomprensible que aún haya personas que no tomen conciencia de la gravedad que reviste para las comunidades, la aparición de la Pandemia del Coronavirus, que ha asolado vastas regiones de nuestro planeta.
Se ha difundido tanto, que esta pandemia ataca con más severidad a los adultos mayores, que los jóvenes se sienten intocables e irresponsablemente siguen participando en actividades grupales que son las de más alto riesgo.
Algunos dicen, yo soy sano, no necesito aislarme. Cuando yo me aíslo, no es por mí, es por mis seres queridos y todo mi entorno social, a los que puedo llevar el foco de infección a su propia casa. Tanto es así, que los primeros fallecidos de nuestro país han sido pacientes postrados.
YO NO QUIERO QUE LLORES: El día que llegues a un centro de salud con un familiar enfermo y sólo te ofrezcan un tratamiento compasivo, porque todos los recursos médicos se hicieron insuficientes.
YO NO QUIERO QUE LLORES: El día que llegues a un centro de salud y lo encuentres cerrado, porque conductas como las tuyas contagiaron a sus funcionarios y no estarán para atenderte.
YO NO QUIERO QUE LLORES: Porque las estadísticas te confundieron y no pusiste un granito de arena de tu parte, para evitar que la pandemia se propagara en forma descontrolada.
YO NO QUIERO QUE LLORES: Porque no fuiste capaz de postergar algunas de las actividades que tanto te gustan, tales como: fiestas, vacaciones, reuniones sociales, ritos religiosos. Ahora cabe aplicar ese dicho: No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, pero a la inversa: No hagas hoy lo que puedes hacer mañana.
PORQUE NO QUIERO QUE LLORES, HAZ UN ESFUERZO Y QUÉDATE EN CASA, A TODOS NOS HA COSTADO, PERO POR EL BIEN COMÚN DEBEMOS HACERLO.
PORQUE, NO QUIERO QUE LLORES...
Abajo, un ACRÓSTICO que también nos envía la autora de esta columna
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