Es increíble como la raza humana después de sentirse casi invencible y todopoderosa, bordeando con sus conductas los límites de la ciencia ficción, es sorprendida por el ataque de un enemigo: chico, invisible y mortal; sí, ese virus que de una plumada fue capaz de aniquilar su vertiginosa carrera hacia la nada, dejándolo suspendido en el tiempo y espacio. Para el hombre de hoy, nuestro planeta parece que ya no es suficiente y se gastan miles de millones de dólares en desarrollar programas para conquistar otros, cuando hemos demostrado que ni siquiera somos capaces de cuidar y habitar el que nos tocó.
En estos momentos, echamos de menos el abrazo, el compartir, costumbres que en muchísimos casos ya estaban perdidas antes de que este enemigo llegara. El hombre se había hecho tan adicto a la tecnología, que ya era más amigo de su celular que de su vecino. Estamos tan hambrientos de correr hacia el futuro, que se nos olvida vivir el presente, practicar eso que se llama socializar, preocuparnos por el otro y de disfrutar de las cosas simples.
Nadie, ni en sus peores pesadillas, pensó que la humanidad iba a tener un vuelco tan impresionante en su forma de vivir y a días de celebrar nuestro aniversario patrio, nos encontramos físicamente más distanciados que nunca.
Pero debemos ver esto como una oportunidad, para aprender a convivir con nosotros mismos y ser nuestra mejor compañía, donde no hay nada mejor que sacarle provecho a una herramienta que todos tenemos, que es la memoria, único vehículo capaz de hacernos viajar por el tiempo y espacio permitiéndonos disfrutar de muchos recuerdos que sólo habían quedado guardados esperando en el baúl de nuestras vidas.
Por eso, hoy los invito a recorrer por nuestras tradiciones a través de estos cuarenta versos, que por una curiosa coincidencia fueron creados el año 2002, en que si cambiamos el orden de sus dígitos nos da 2020 que es el año que estamos transitando hoy. Esta obra ya había sido publicada con anterioridad, pero en las actuales circunstancias va a tener más sentido que nunca..
LAS CUARENTA DE CHILE
Es dieciocho de Septiembre, en esta fecha,
un año más cumplimos, de Independencia.
de independencia Chile, ya es pueblo libre,
y su flor nacional , es el copihue.
Es el copihue rojo, linda princesa,
que nos tiene cautiva, la cordillera.
Cordillera de los Andes y en lo profundo,
al cóndor y al huemul, de nuestro escudo.
De nuestro escudo signo y gran emblema,
tricolor y una estrella en la bandera.
en la bandera niña, que se engalana,
pa´ recorrer mi tierra, angosta y larga.
Angosta y larga en ella, pura belleza,
que vemos desde Arica a Punta Arenas.
a Punta Arenas digo, de este otro modo,
de mar a cordillera, yo la recorro.
Yo la recorro entera, por sus regiones,
el pueblo está perdiendo, sus tradiciones.
sus tradiciones ricas, arpa y guitarra,
en la cueca, en la paya y en la tonada.
En la tonada suena, arpa y vihuela,
que bien que luce el huaso, con sus espuelas.
con sus espuelas, manta, linda es su china,
se comen empanadas, se toma chicha.
Rica chicha cocida, casi me olvido,
de dar a los presentes, mote y huesillo.
mote y huesillo dulce, en la ramada,
que luce en esta fiesta, muy adornada.
Muy adornada pero, yo estoy deseando,
jugar a la rayuela, palo encebado.
palo encebado, trompo, se fue la chancha,
de tan enjabonada, nadie la atrapa.
Nadie la atrapa corre, miren que gracia,
faltan los volantines, también mi danza.
también mi danza ay sí, hermosa cueca,
que con gracia se baila, en esta tierra.
En esta tierra luego, se acaba el tema,
yo me voy despidiendo, de mis cuarenta.
de mis cuarenta y quiero, que no se ofenda,
con la frase que dice: "Que Viva Chile mierda"
"TODA FIESTA MERECE TERMINAR BIEN, DEBEMOS SEGUIR CUIDÁNDONOS Y ESO SE LOGRA CELEBRANDO PUERTAS ADENTRO"
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