Cuando Colo Colo es campeón, el futbol chileno se viste de gala, no solo por los merecimientos deportivos dentro de la cancha, sino por su historia gloriosa desde su fundación. Ganar un título en este club, constituye una obligación, por su camiseta, el escudo y el palmarés. Lo que para otros clubes es una hazaña, para Colo Colo es un objetivo casi perentorio.
Este último campeonato conseguido con absoluta justicia, no hace otra cosa que comprobar una realidad indesmentible, cuando las cosas se hacen bien desde la cabeza hasta los pies, los triunfos y las alegrías llega por inercia. Se aprendió la lección, luego de estar a minutos del descenso hace dos años, tomaron conciencia de la importancia que tiene en un club con tanto arraigo popular, administrar de la mejor manera, trabajar unidos, pensando siempre en el interés general y no en sacar réditos personales o de otro tipo.
Durante varios años, en Colo Colo se enfrascaros en disputas políticas y de poder, lo que desvió la atención y el camino en busca de lo que realmente siempre debería ser el foco principal, que no es otra cosa, que ganar y levantar copas, así como la historia y la hinchada lo exigen.
No es fácil, aunque algunos digan lo contrario, ser campeones en este tipo de campeonatos largos, ya sea en Chile o en otras latitudes, se necesita algo más que jugar bien o tener buenos jugadores, hay un trabajo multidisciplinario que debe alinearse y encontrar respuestas en todas las áreas. Los dirigentes deben velar por satisfacer las necesidades del técnico en la conformación de un plantel, no de un equipo y obviamente el cuerpo técnico debe plasmar una idea compatible con los objetivos del Club.
Ya era hora de recuperar el camino extraviado, luego de cinco años donde Universidad Católica impuso absoluta superioridad, es el momento de pagar la deuda en el plano internacional y este desafío requiere redoblar los esfuerzos ya hechos, para mejorar la imagen dejada en las ultimas participaciones, especialmente en Copa libertadores de América.
Por Colo Colo ejemplo de valor y por el recuerdo de David Arellano. Chamaco, Caszely y los del 91.
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