El mensaje de probidad de Matthei se tensiona con la presencia de Claudio Eguiluz, dirigente condenado por financiamiento ilegal de la política, según lo expresa Patricio Ferrada Muñoz, un decepcionado ex Militante de RN del Biobío, quien nos solicita publicar su Comentario político que a continuación presentamos:
"Mano dura contra el fraude... salvo que seas de los míos": la incoherencia que ensombrece la cruzada de Evelyn Matthei
Por Patricio Ferrada Muñoz.-
En su cruzada contra el uso fraudulento de licencias médicas, la candidata presidencial Evelyn Matthei ha desplegado un discurso que seduce por su dureza y por su promesa de limpiar el Estado de operadores, aprovechadores y corruptos. "No puede haber descanso médico con maletas listas", exclamó esta semana, con tono firme y moral de acero. Propuso inhabilitación de por vida, devolución de dineros mal habidos, y hasta sumarios administrativos obligatorios para los infractores. Todo parecía avanzar hacia un relato sólido, implacable, esperanzador. Hasta que llegó al Biobío.
Aquí, en la región del Biobío, Matthei se mostró y se dejó cobijar por el dirigente Claudio Eguiluz Rodríguez, actual presidente regional de Renovación Nacional, condenado por el Caso SQM —sí, ese mismo escándalo de financiamiento ilegal de la política que manchó a medio espectro parlamentario y empresarial. En su caso, fue hallado culpable de emitir boletas falsas por más de 465 millones de pesos. La Corte Suprema confirmó su sanción. Pagó con pena remitida y sigue en la arena política como si nada.
¿Puede una cruzada contra el fraude en el Estado convivir con una campaña en terreno escoltada por un condenado por corrupción? ¿Cómo se explica esa contradicción sin que crujan los pilares del discurso?
Pero no termina ahí. Parte del círculo asesor de la candidata incluye a Katherine Martorell, ex subsecretaria de Prevención del Delito, investigada por la Fiscalía Centro Norte en un caso por supuestas irregularidades en una millonaria licitación de cámaras corporales para Carabineros. La investigación sigue abierta. No ha sido formalizada, pero eso no borra las alarmas encendidas por sus vínculos con el abogado Luis Hermosilla —otro nombre en la nómina de escándalos que remece al oficialismo y oposición por igual— y los mensajes filtrados con exfuncionarios de la PDI.
Resulta inevitable preguntarse: ¿Cuál es la vara ética con la que se mide a los enemigos y cuál la que se usa con los cercanos?
Matthei ha construido una imagen de gestora eficiente, sin pelos en la lengua, y con mano firme frente a los abusos del sistema. Pero su gira por el Biobío remece esa fachada con fuerza. La presencia de Eguíluz no es un error de protocolo, es una decisión política. Y en política, como en la vida, las decisiones importan más que los discursos.
Si el fraude de las licencias médicas —cuya gravedad es indiscutible— amerita destierro de por vida del Estado, ¿Cuál debería ser el castigo para quien defraudó al Fisco con boletas ideológicamente falsas, en un caso de financiamiento ilegal de la política? ¿Qué sanción ética y política merece alguien que aún figura como asesor siendo investigado por corrupción?
Matthei, que aspira a liderar Chile, tiene hoy una obligación no con sus equipos ni con sus partidos, sino con el país: aclarar si su compromiso con la probidad es firme, o si es tan flexible como para omitir las faltas de los suyos. En la política chilena ya hemos tenido suficientes discursos de “caiga quien caiga” que terminan siendo “caiga el que no me conviene”.
La ciudadanía está harta de dobles discursos. Y aunque Matthei tenga razón en que se necesitan cambios urgentes, su mensaje pierde legitimidad cuando los rostros de la vieja política condenada o bajo sospecha son sus aliados estratégicos.
Porque limpiar la casa no es solo sacar la mugre ajena. También hay que atreverse a barrer donde uno mismo vive.
Patricio Ferrada Muñoz
Ex Militante de RN, Un militante decepcionado
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