La ciudad que nació como una fortaleza, fundada en septiembre de 1662 por Angel de Peredo con el nombre de "Santa María de Guadalupe". Así vivió durante 180 años, sin llegar a superar los 200 habitantes, hasta el arribo de Matías Cousiño, precursor de la ciudad.
A contar de 1842 inició su espectacular desarrollo, al alero del carbón. Difícil partida, y múltiples zozobras en el camino que la enfrentaron a crisis por el surgimiento del petróleo, por las dos Guerras Mundiales y por la apertura del Canal de Panamá (que cambió el trafico de los barcos por el Sur).
Durante los años 70, al borde de la quiebra, inició un riguroso plan de ajustes, que se extendió entre 1977 y 1988. Y logró mejorar tecnologías y ser rentable al extremo de vender bonos entre empresarios privados.
Sin embargo, a contar de 1990, sucesivos errores en su administración la llevaron a depender del Estado. Algo que el gobierno no aceptó.
En 1996, se dispuso el despido de 97 trabajadores por abuso en Licencias Médicas. Era un plan de 4 años plazo, que apuntaba a que en 2001 la empresa se financiara. Las protestas concluyeron en Santiago, donde los dirigentes negociaron... y retornaron con un acuerdo para despedir 450 trabajadores. Con estupor se recibió la noticia en Lota, generándose rumores que duran hasta hoy. Los propios dirigentes califican de vergonzoso ese acuerdo, hoy día.
Y al año siguiente, en abril de 1997, el gobierno resolvió que no se cumpliría el Plan 2001, y se acordó el cierre definitivo del mineral. La subsistencia de Enacar demandaba de un esfuerzo de los trabajadores, los ejecutivos, la comunidad lotina y el Estado que no existió.
Si era posible o no hacer rentable el carbón, es lo que se discute. Pero, a esta discusión aporta el hecho de que privados llegaron 10 años después a explotar el mineral, y fueron impedidos por el Estado. ¿Por vergüenza? ¿O porque los riesgos de la actividad son hoy inaceptables?
Lo relevante es mirar hoy hacia atrás con la sabiduría de 20 años.
Lota, la ciudad construida por la empresa privada. Sus minas, el Parque, el Teatro, la Central Hidroeléctrica Chivilingo, los Pabellones, los Lavaderos, la Iglesia San Matías, etc. Todo lo que Lota fue se debe al emprendimiento de una familia formidable, en especial, a don Matías, doña Isidora y don Carlos. Los privados mantuvieron activa la industria durante 170 años, enfrentando varias graves crisis, todas ellas superadas.
El Estado en cambio, que la adquirió en 1970, no logró cumplir 50 años y junto a su cierre, inició el lento sucumbir del patrimonio vivo que es la ciudad de Lota.
De lo que vino después, el formidable y pomposo "Plan de Reconversión para la Zona del Carbón" mejor no hablar. Sin duda, el mayor fracaso del Estado en planes sociales, en toda la historia de Chile.
¿Qué queda entonces?
Su historia...
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