7 millones de chilenos concurrieron a las urnas en diciembre, para dar a la derecha un triunfo inesperado y sin precedentes desde el retorno de la democracia.
En efecto, ese día, Sebastián Piñera alcanzó un 54,6%, 3 puntos mas que en su anterior elección, también en segunda vuelta frente a Eduardo Frei. La diferencia representa 210.000 nuevos votantes en el país. Pero, en la región del Biobío, la diferencia fue de 8.4%, es decir 72.500 votos nuevos que nunca antes pertenecieron al sector. Un tercio de los nuevos votos del sector provienen de la VIII Región.
¿De donde vienen estos votos?
Sin duda no vienen de segmento juvenil de votantes, o nuevos votantes, que más bien esta vez se alejó de la derecha, seducido por el Frente Amplio, y tal vez ausente en segunda vuelta. Tampoco fueron votantes ausentes en elecciones anteriores, pues en 2010, todo el sector concurrió a lograr el primer triunfo de Piñera.
Este votante viene del mundo cristiano. Y se trata de personas que antes siempre votaron por candidatos de izquierda. Porque mantuvieron una relación cercana con alcaldes y parlamentarios, que se tradujo en apoyos materiales a sus organizaciones principalmente, o a otras formas de apoyo. Por eso en nuestra región fue un porcentaje mayor. No solo porque acá haya un mayor porcentaje evangélico, pues ese mundo en esta región no triplica al promedio nacional, sino porque esta región tiene muchos evangélicos y muchos municipios de izquierda, combinación que permitió el apoyo político a la izquierda en el pasado.
El mundo cristiano se sintió sobrepasado por la izquierda, se sintió abusado. La izquierda se excedió en despreciar sus principios religiosos y confió demasiado en su voto obediente.
Es curioso que la izquierda haya despreciado al mundo cristiano de modo tan expresivo. Su inclinación al pseudo progresismo, ese que se refiere al matrimonio homosexual, el aborto y lo demás, esta lejos de tener la relevancia que tiene el mundo cristiano, a pesar de su abrumadora presencia mediática. Si ordenamos en dos filas a los rostros de la TV nacional, por ejemplo, 90% de ellos se alinean al lado de ese “progresismo” valórico, y con suerte 10% al otro lado, pero muy silencioso además. Esa fue la red que enredó a la izquierda y la llevó a una derrota de consecuencias insospechadas.
Este movimiento de votantes desde la izquierda a la derecha puede tener repercusiones aun no dimensionadas por ellos. La crisis de la DC y el PPD son solo esbozos de un problema mayor.
Pero, esta situación, mas que motivo de celebraciones a nuestro lado, es una responsabilidad mayor. Cuidar a estos votantes es asumir un compromiso valórico que ha sido débil en el pasado. Esto demandará a nuestro sector la construcción de puentes sólidos de comunicación con el mundo cristiano, que, al contrario de lo que muchos creen, no tiene un vocero, o dos o tres… tiene este mundo infinidad de vocerías, de características disimiles, y una sola coincidencia: su fe en Cristo!
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