Estábamos esperando la continuación de la historia que inició Francisco Flores en febrero de este 2019, con la historia de su padre, que bien puede ser la de cualquier cañetino que a través de ella, podemos conocer la historia de nuestra ciudad.
Dedicado a mi Padre Luis Ernesto Flores Arriagada
Segundo Capítulo.
Eran las 06.02 de la madrugada de ese lluvioso día sábado 21 de mayo de 1960 cuando El Hombre y su mujer despertaron sobresaltados porque comenzó a temblar fuertemente que el movimiento telúrico hiciera tambalear la humilde rancha donde vivían.
El movimiento tuvo una magnitud 7,3 -7,5 Ms y la intensidad máxima fue X en la escala de Mercalli. Produjo graves daños en diversos edificios y obras viales; afectó principalmente las ciudades de Concepción, Talcahuano, Lebu, Chillán, Cañete, Los Ángeles y Angol, y fue percibido entre el Norte Chico y la zona de Llanquihue.
A las 6:33 del día siguiente, un segundo movimiento telúrico, similar al anterior, sacudió la zona y derrumbó las construcciones deterioradas por el primer sismo. Sin embargo, no hubo víctimas fatales puesto que gran parte de la población había evacuado sus hogares por miedo a derrumbes. Las comunicaciones telefónicas desde Santiago al sur estaban interrumpidas y las primeras noticias se obtuvieron por informes del periodista Enrique Folch, quien había captado señales de radioaficionados desde la zona de la tragedia.
El Presidente Jorge Alessandri suspendió inmediatamente las ceremonias en honor al Día de las Glorias Navales y el tradicional mensaje presidencial a la nación desde el Congreso Nacional.
A continuación, el gobierno procedió a solicitar ayuda a las zonas no afectadas del país y a la comunidad internacional, mientras la lluvia caía con fuerza.
A las 14:55 un tercer terremoto azotaba las ciudades afectadas. Los cortes en tendidos eléctricos produjeron diversos incendios y también hubo ruptura de cañerías de agua potable. Pese a que muchas edificaciones estaban destruidas en su interior, sus fachadas se mantenían prácticamente intactas.
Mientras Chile organizaba la estrategia para ayudar a los habitantes de Concepción y las ciudades aledañas, un terremoto aún peor estaba por ocurrir.
A las 15:11 del domingo 22 de mayo de 1960, comenzó a producirse una ruptura tectónica de proporciones nunca antes registradas en la historia de la humanidad. El epicentro de este gran sismo comenzó en la zona cercana a Temuco y poco a poco se expandió hacia el sur en una sucesión de rupturas epicentrales a todo lo largo de la costa meridional de Chile. El masivo evento fracturó toda la zona de subducción entre la península de Arauco (Región del Biobío) y la península de Taitao (Región de Aysén). Finalmente alcanzó los 9,5 MW1 y tuvo una duración aproximada de 10 minutos, debido principalmente a la gran extensión geográfica —casi 1000 km de norte a sur—.
Estudios posteriores sostienen que en realidad se trató de una sucesión de 37 o más terremotos cuyos epicentros abarcaron una superficie total de 1350 km. En suma, el cataclismo devastó todo el territorio chileno entre Talca y Chiloé, es decir más de 400 000 km². (https://es.wikipedia.org/wiki/Terremoto_de_Valdivia_de_1960)
En mi infantil cerebro aún perdura el eco de los gemidos de las crías recién nacidas de la fiel perra "Laika", los ríos de agua hicieron peligrar la débil construcción campesina que abrigaba al Hombre y su familia en el sector cercano al desaparecido puente El Carmen.
La casa de los abuelos estaba cerca y hacia allá se fue El Hombre con su mujer embarazada de su tercer hijo junto a los dos mayores de 5 y 3 años respectivamente.
Hacia el mediodía mejoró el tiempo y salieron los niños perfectamente vestidos a jugar entre la floresta campestre.
No duró mucho la limpieza ni tampoco los juegos en el lugar ya que se trasladaron como damnificados al sector denominado por entonces "El Cerro de los Flojos", en la bajada hacia el molino de los Larroulet.
Todo eso, mientras medio Chile estaba en ruinas con el terremoto más potente registrado instrumentalmente en la historia de la humanidad.
Dos dias después El Hombre regresó a la rancha con su familia y...grandeza de Dios aún estaba en pie e intacta.
Por causa del terremoto la Escuela N° 2 de Niñas "Arturo Prat Chacón" debió ser demolida y para su reconstrucción se ocupó mucha mano de obra y carretoneros para el traslado de tierra para relleno traída desde el sector de "El Hualle" en calle Esmeralda.
Allí se empleó El Hombre con dos yuntas de bueyes y el conductor de una sería su vástago mayor que a la fecha tenía 6 años de edad, era muy "agallado" y el preciso para manejar una yunta de bueyes en el traslado de la tierra hasta el lugar de faenas en calle Séptimo de Línea.
No hay registros exactos de los hechos acaecidos pero testimonios que se pierden en el tiempo indican que la caravana de carreteros llegó hasta el lugar de descarga aproximadamente donde se ubicarían dos naves con sendas salas de clases, el niño quizo apearse de la carreta y lo hizo pisando una rueda al tiempo que los bueyes se movieron y cayó de manera tal que la misma amenazó con pasar sobre su menudo cuerpo pero Ramiro Bastías se percató de aquello y silbó a los bueyes quienes hicieron un viraje y la rueda cercenó la pierna a la altura de la ingle.
El Hombre estaba picando tierra para cargar su carro cuando ve venir corriendo desesperado a su hermano Carlos que con angustia en su rostro le grita: ¡¡ qué hiciste hueón de mierda!! ¡¡ Anda a ver a Luchito que lo llevaron al Hospital !!...
El Hombre abandona todo y corre desesperado hasta el Hospital de Cañete llegando hasta donde tenían a su hijito dispuesto para operar quién al verlo se arrastra en la cama gritando ¡¡papá, papá!!.
El vástago del Hombre fue operado y enyesado según las técnicas de la época y para mayor comodidad y cercanía con el Hospital queda donde su abuela en la naciente Población Santa Clara; estadía que se prolongó por largos 18 años cuando a la edad de 24 años regresó a casa.
Para la recuperación y terapia del niño el cuñado del Hombre; Don Reynaldo Sanhueza, mueblista de profesión fabricó una muleta la que cumplida su misión fue guardada en la rancha del Hombre sin saber que 8 años mas tarde sería utilizada por el mismo.
El Hombre siempre cargó con el remordimiento de sentirse culpable del accidente de su hijo, el que afortunadamente y a pesar de la gravedad no tuvo mayores consecuencias en su desarrrollo.
Durante el año 1962 cuando el país se preparaba entusiastamente para celebrar el Mundial de Fútbol, El Hombre sufre otra pena en el transcurso de su vida, su tercer hijo nacido en 1960, Humberto Domingo; fallece de sarampión a la edad de 1 año y 5 meses el día viernes 02 de febrero.
Lamentablemente el vástago del Hombre no se salvó porque la vacuna contra el sarampión (VAS) recién se introdujo en 1963 y en 1964 se incorporó en forma programática a los 8 meses de edad en el esquema de vacunación de nuestro país, logrando disminuir la incidencia en un 180% al año siguiente (Wikipedia).
El día miércoles 10 de abril de 1963 la madre del Hombre alista y peina a sus vástagos para que los 3 concurran hasta el Hospital de Cañete y saber del nacimiento del nuevo miembro de la familia.
Llegan hasta la Maternidad y una enfermera comunica que ha nacido una niña, el rostro del Hombre se contrae de rabia y masticando su molestia regresa junto a sus hijos hasta el hogar de su madre quien hace la pregunta de rigor...Y...¿ que fué ?--- y con un gesto de desagrado El Hombre responde ...¡chancleta!---Bravo, bravo... dice la abuela...una hermanita!, mientras El Hombre no disimulaba su molestia.
El Hombre despertó ese día a las 4 de la madrugada porque pasaría El Gitano en su camión quién va a buscar madera a uno de los tantos aserraderros que aún quedaban de la Empresa Maderera B.I.M.A. en las alturas de Butamalal; El Hombre viajaría hasta la parcela de su suegra para trabajar algunos días allí.
Allí El Hombre se dedicaría a la faena de hacer carbón vegetal para vender en la ciudad.
El carbón en aquel tiempo era de lleuque en nativo; las hornillas (excavaciones en un cerrito) donde se cocía tenían un largo aproximado de 3 metros de ancho; 1.50 de alto; al fondo 2mts; la puerta era aproximado de 1mt.
La leña se cortaba de mayor a menor altura; para este tipo de hornilla se llevaba 5 carretadas de leña lo que daba aproximadamente 38 sacos; el viaje a Cañete duraba 2 días y el precio del saco de carbón era de 35 pesos.
Una tarde, ya estaba oscuro cuando llegó la mujer del Hombre hasta su rancha; venía de una de las casas donde trabajaba lavando ropa y se encuentra que desde el interior sale un niño que resulta ser Artemio, medio hermano de la mujer quién le dice que "Lucho quedó en Cayucupil y que llegará mas tarde".
Pasada la medianoche se escucha una potente voz que venía cantando una ranchera mexicana; la Mujer le habla a los niños quienes corren hasta las "trancas" para que El Hombre pueda entrar a la parcela. El Hombre traía un problema.
Estando en Cayucupil y habiéndose pasado de copas El Hombre no se percató al subir a la carreta cargada con 40 sacos de carbón que lo haría por el lado del buey que no permitía ese movimiento y este le propinó una feroz patada en un tobillo ocasionadole una seria lesión.
Hubo que bajarlo en andas, romper el pantalón y el retobo de los pies para ver la magnitud de la lesión aquella. No podía caminar.
Al día siguiente los niños enyugaron los bueyes, colgaron la carreta y todos entraron por calle Esmeralda vendiendo la carga completa en un negocio de venta de carbón.
Un par de días estuvo El Hombre en el pueblo y nuevamente su cuñado mueblista, Don Reynaldo Sanhueza aplica sus conocimientos y alarga la muleta guardada desde hacía 8 años para que pudiera caminar mientras se restablecía gracias a unos masajes de un caballero conocido como "componedor de huesos".
Luego de esto El Hombre junto a su mujer y sus hijos se encaminaron hacia las alturas de Butamalal hasta la casa de su suegra.
Continuará.
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