Hay un avión de la Fach perdido y como es lógico en nuestra televisión, nos cuentan sobre algunas historias de los tripulantes, lo buenas personas que son, sus familias, sus amigos, sus fotos, sus historias. El relato es de añoranza, triste, aunque a ratos esperanzador.
Se buscan imágenes de archivos y se conecta esta tragedia con otras, de tiempos pretéritos.
Así ha sido siempre nuestra televisión. La emoción llega a cada casa, las familias se reúnen en torno a una tragedia, todos quieren ayudar, solidarizan con el dolor.
LO ÚNICO EXTRAÑO es que esa televisión se olvidó de una de sus mayores características cuando los heridos, los mutilados y los muertos fueron (y son) producto de la represión policial ante las manifestaciones contra un sistema que es necesario cambiar. Para esos 24 muertos, cientos de mutilados y heridos, no hay familia, no hay historias detrás, no hay fotos del colegio, no hay añoranza, no hay pena. Y lo que es peor, a sólo un mes, ya no existen en su pauta.
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