A más de un año de la aparición de la pandemia por Covid19 en Chile, más difusa se torna la línea de llegada a la meta, de esta azarosa carrera destinada a su control, que ha tenido momentos de errores y también de aciertos en su manejo, siendo el más significativo dentro de estos últimos, la temprana llegada de vacunas a nuestro territorio y su exitoso proceso de administración masiva, que ha sido ampliamente reconocido a nivel planetario, pero que hoy debe competir en condiciones muy adversas, dado por el alto número de contagios, ingreso de nuevas variantes del virus al país y medidas sanitarias arriesgadas, que tozudamente no se corrigen.
¡Cómo no mencionar esa profecía autocumplida que dice; "No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión", que también puede ser aplicable al manejo de la pandemia, que comenzó con una premisa que se repitió hasta el cansancio: "Que el virus afectaba preferentemente al grupo de adultos mayores", fijando a fuego esa idea en el inconsciente colectivo, provocando que algunos jóvenes no adoptaran las medidas de autocuidado y más bien tuvieran conductas de riesgo que se siguen observando hasta el día de hoy. ¡Qué bien se cumple esta profecía y qué difícil es cambiar esta primera impresión!, sumado a que este grupo de personas parece no estar al tanto que el discurso cambió, ahora el virus está afectando a individuos en edades más tempranas, con cuadros clínicos muchísimo más severos y con una alta mortalidad.
Qué arriesgada la medida de otorgar permiso para vacaciones y aunque las autoridades sigan sosteniendo lo contrario, fue la principal causa de aumento de contagios. Las estadísticas los confundieron, comenzaron a bajar los casos en la Región Metropolitana, pronto llegaba la vacuna y como nos creemos "los elegidos", aumentaron las confianzas y hasta soñábamos con tener la carrera ganada, pero no fueron capaces de interpretar las señales de regiones, que comenzaron a presentar un sostenido y peligroso aumento de casos. ¡Y cómo no!, si al virus le habían dado permiso y andaba felíz paseando por todos lados y con escasa o nula fiscalización. Frente a este nuevo escenario se debía corregir la medida, terminando con los permisos o bien aumentando considerablemente las fiscalizaciones. Sólo con esto, se habría propiciado un mejor ambiente para el desarrollo de la campaña de vacunación y no estaríamos hoy con un Servicio de Salud integrado, pero altamente colapsado.
Con sus estadísticas, las autoridades también nos quieren demostrar que la mayoría de los casos se dan dentro del ambiente familiar. Pero, ¿De dónde salió el primer caso que llegó a ese grupo? Generalmente del transporte público, donde es imposible el distanciamiento social, porque a más de un año de pandemia, aún no hay acuerdos para diferir los horarios de ingreso de los trabajadores, cuando observan que baja la movilidad también bajan los recorridos, con traslados que generalmente superan las dos horas de viaje, condiciones más que suficientes para exponerlos peligrosamente al contagio. Pero, como a ellos les cuesta reconocer que este es otro foco de propagación del virus, apuestan todas sus fichas al uso de mascarilla, pero no piensan que por las condiciones económicas actuales no todos usan la mascarilla más adecuada y deben utilizar sólo la que pueden adquirir.
Todas estas inconsistencias no han hecho más, que la población comenzara a perder el temor al riesgo, ya no se cuida tanto y hasta le empezamos a agarrar cariño al virus y como dicen que el chileno quiere al que es forastero, parece que estuviéramos esperando que lleguen todos sus parientes británicos y brasileños, de otro modo no se entiende que aún no cierren los aeropuertos. La medida de confinar a los viajeros que ingresan no es suficiente y esos recursos es más productivo se destinen a aumentar el número de fiscalizadores, para que las medidas sanitarias se cumplan y cortar de una vez la cadena de contagios. Si las nuevas variantes son más contagiosas ¿Han pensado aislar las regiones donde ya están presentes, para disminuir su velocidad de propagación?
Como todo se arregla estadísticamente, parece que la solución sólo pasara por aumentar el número de camas críticas. Pero, ¿Se han detenido a pensar en el recurso humano? Seguir apelando sólo a la vocación de servicio sobrepasa toda lógica, cuando los equipos de salud están tremendamente diezmados y ya no son los que eran hace un año. Con funcionarios al límite de sus capacidades tanto físicas como mentales, una gran cantidad de ellos con Licencia Médica prolongada, otros tantos han renunciado y no todos los que están quedando tienen ese valor agregado que se llama experiencia. Nuestra mirada debe estar orientada, más que en aumentar camas, en bajar el número de casos, pero con medidas sin letra chica y harta fiscalización. Con aumentar el número de camas sólo se está buscando solucionar el problema, cuando lo que se necesita es prevenir que el problema siga creciendo. "Es más fácil apagar un amago de incendio, que una casa envuelta en llamas". Aún así, no debemos perder la fe, la que debe ir acompañada de una buena cuota de sacrificio de cada uno de nosotros, para que en algún momento todos lleguemos a la meta y tengamos al virus controlado. Después de esta dolorosa odisea, los servicios de salud quedan y por sobretodo debemos seguir cuidando a sus funcionarios… que deben continuar.
Siempre se ha dicho que los chilenos somos solidarios y no sé si esto será tan cierto, porque en el comportamiento frente a la pandemia no lo hemos demostrado, parece que la solidaridad la entendemos como la adhesión incondicional a intereses ajenos sólo en lo material, pero no somos tan incondicionales en cuidar al otro.
"SEAMOS SOLIDARIOS DE VERDAD; CUANDO YO ME CUIDO TAMBIÉN TE ESTOY CUIDANDO". SÓLO LA SUMA DE LOS CUIDADOS DE TODOS NOS SACARÁN DE LA COMPLEJA SITUACIÓN SANITARIA EN QUE HOY NOS ENCONTRAMOS