Sabido es que en las próximas elecciones parlamentarias del 2017 aumentará el número de escaños en ambas cámaras, pasaremos de 120 a 155 Diputados y de 32 subiremos a 50 Senadores, lo que por cierto significará un alza exponencial en los recursos asignados a remuneraciones de estos nuevos legisladores. Pero ¿es la forma?, ¿mejorará la representatividad?, fundamento de fondo para la reforma que se impulsó tras eliminar el binominal.
La pregunta nace antes de que salieran a luz pública todos los repudiables hechos de corrupción y delitos tributarios, de los cuales ya sabemos bastante; casi 15 mil millones le costará anualmente al estado mantener a los nuevos “honorables” pese a que el gobierno prometió que la nueva estructura no significaría costos al fisco ¿Esta es la señal con que la clase política quiere recuperar la confianza de la ciudadanía?, ¿Es justo inyectar estos recursos para estos nuevos parlamentarios, con 36 mil familias que aún viven en campamentos?
La confianza se recupera con actos o “gestos políticos”, como grandes acuerdos legislativos, ceder por el bien de la comunidad te hace grande, no un cobarde que renuncia a sus principios. De eso se trata la democracia, del poder debatir, conversar y llegar a consensos, pero si no se escuchan difícilmente podremos avanzar; hemos visto por años como los mismos de siempre se quedan en el poder, como los mismo de siempre pelean y se destruyen por deporte, por terquedad ideológica o por quien aparece en la prensa informando de que se trata. Tengo 22 años y veo a los mismos de siempre en el Congreso, que discuten si reestablecer a Santiago como sede del Congreso —¿existe alguna idea más vieja que esa?— no sé si la tabla de discusión está paralizada en el tiempo o verdaderamente los diputados y senadores viven en otro país.
Educación, salud, seguridad social y vivienda son algunos temas en los que se pudo haber avanzado con los mismos recursos que conlleva este aumento de parlamentarios, gestos como estos son los que sólo entierran aún más a una moribunda clase política y eso es lamentable, porque existen personas, jóvenes que vienen buscando una oportunidad para ser un aporte, para cambiar la política, jóvenes a quienes los mueve el trabajo y no el poder, hace años que se pide un recambio, que se jubilen los dinosaurios de la política.
Inconsciencia legislativa que se plasma además en los millones de pesos que se usaron para la publicidad y gestión de los cabildos, todo esto dentro del proyecto de reforma Constitucional, le hicieron creer a la gente que el país está mal por culpa de la Constitución y hay que cambiarla porque está viciada, hicieron creer que si la cambian se solucionarán todos los problemas; cuando en realidad lo que quieren los chilenos es tener un colegio de calidad donde educar a sus hijos, especialistas en sus hospitales junto con una expansión en su capacidad de atención, un sueldo mínimo Decente —otro ejemplo de que no supieron encausar el debate, pudieron haber esperado a que mejoraran las condiciones económicas para gestionar un aumento “real” y no uno de 10 mil pesos que es vergonzoso— son temas cotidianos, de un análisis simple, pero el Congreso está ciego.
La “Reforma educacional” se retrasa una vez más, esta vez para julio, mes en que casualmente los estudiantes disfrutan de sus vacaciones, ¿oportuno? Un proyecto cuyo eje ha sido la improvisación y no la calidad, los recursos y no en dónde invertirlos, segregar la Universidades privadas y darle más beneficios a las estatales, pero de emparejar la cancha nada, una muestra más de la inconsecuencia del ejecutivo como colegislador.
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