No soy hincha de ningún equipo de fútbol, ni siquiera simpatizante; pero cuando niño me gustaba jugar de arquero siendo mi referencia Manuel Araya "El Loco" a quién admiraba mucho sin haberlo visto nunca jugar. Por el año 1982-3 lo conocí en persona cuando jugaba sus últimos partidos en el desaparecido club Naval de Talcahuano.
Asimismo y como ya es sabido que Chile no participará del Mundial de Qatar es que he querido recordar algunas pichangas de mi barrio de calle Esmeralda en Cañete.
Según recuerdo fue por el año 1967 que la Empresa Constructora Ignacio Hurtado Echeñique llegó a Cañete para abrir la senda que en el tiempo daría paso a la autopista que se conoce en actualidad como Longitudinal.
Esta empresa trajo varias novedades a Cañete, entre ellas el tipo de maquinaria pesada hasta el momento desconocida por esos lares, muchas de aquellas gigantescas maquinarias colmaron mi imaginación de ideas y grandes proyectos de vida futura; las máquinas que encontré mas espectaculares era los tractores raspadores (Scraper) por lo tanto estaba todo el día mirando como hacía el operador para maniobrar estas maquinarias.
Esta empresa para relleno llevó maquinaria y camiones a la parcela del frente donde yo vivía y en el lugar en donde en tiempos no muy lejanos habían vivido mis abuelos hizo un tremendo socavón por la enorme cantidad de tierra que sacó de allí.
Sería entonces en el verano del año 1969 cuando mi padre trajo una pelota de fútbol para arreglarla para mi y la llevara a la escuela para jugar en los recreos.
Pues bien, una tarde que estaba un poco aburrido fui con mi pelota a patear un poco a esa cancha que había quedado luego de las faenas camineras de la Empresa Ignacio Hurtado y fue cosa de jugar un rato cuando comenzaron a llegar los muchachos de la calle Esmeralda y rápidamente se armó un partido.
Llegaron los hermanos Garcés, uno se llamaba Víctor; Don Hernán (Don Nano) Díaz y su hijo Santiago, los hermanos Mario, Olegario y Rosamel Riquelme, Godofredo Esperguel, Nelson y Víctor Zúñiga, los hermanos Retamales y muchos mas.
Todas las tardes sagradamente yo llegaba con la pelota y lueguito comenzaban a llegar los jugadores.
Los partidos eran buenísimos le poníamos pasión y entusiasmo.
Mi primo Carlos Flores (Charles) tenía su propio grupo de amigos en la Población Nueva Santa Clara y ellos jugaban en un claro que había en un pequeño "bosque" de hualles, avellanos y una planta que llamábamos chochos y que su flor era un zapatito en el lugar donde en la actualidad existe la Población "La Esperanza" y desde esa altura miraban nuestros partidos y "envidiaban" nuestra cancha, además que los muchachos habían traído maderos y se había instalado arcos para no tener dudas cuando se hiciera un gol.
Charles le prestó a mi papá un Manual de Fútbol, además porque era considerado como Mr. Pipa de Barrabases.
Fueron tardes muy amenas y de verdadera camaradería en donde solo se jugaba "a la pelota" no se hablada de otra cosa que no fuera el partido del momento.
Hasta que un día mi papá y Charles acordaron un encuentro entre los dos grupos un día domingo a las 4 de la tarde.
No teníamos banderines ni nada parecido para intercambiar con el otro equipo, ellos tampoco tenían, pero nos preparamos para el encuentro de varias maneras.
Despejamos la cancha de piedras pequeñas que regularmente afloraban a la superficie, alguien trajo cal para "rayar la cancha" y lo mas importante: compramos una chuica de chicha de manzana para ponerle mas entusiasmo a la justa deportiva.
Ya nombré a los hermanos Retamales; bien, uno de ellos se llamaba Dagoberto y era según su papá "la oveja negra" de la familia pues no había manera de encauzarlo por la buena senda.
Dagoberto Retamales tendría unos 12 años pero se escapaba de la casa y por las noches se quedaba a dormir en la caldera de un locomóvil que estaba afuera de un recinto de propiedad de Don Julio Saú.
Pues bien, comenzó a pasar el rato, se acercaba la hora, mas bien se alejaba la hora que tendrían que ya haber llegado los contrincantes, pero no llegaban.
De pronto alguien sugirió "sacarle el viento" a la chuica, total eran 10 litros y demás que alcanzaba.
Rato después mientras tanto se inició un partido mientras otros seguían "sacando el viento" a la chuica, al cabo eran 10 litros y demás que alcanzaba.
Se empezaba a oscurecer cuando nos percatamos que los visitantes no llegarían así que le sacamos todo el viento a la chuica, al cabo eran 10 litros y demás que alcanzaba.
De pronto Dagoberto Retamales se abrazó al envase sin querer soltarlo por lo que su hermano fue a dejarlo a la casa para que durmiera y descansara de tanto hacer deporte.
En dias posteriores nos contó que cuando despertó lo primero que dijo fue: ¿ y la chuica ?
Nunca supimos por qué no vino mi primo Charles y sus amigos a jugar acá con nosotros.
Pero seguimos todas las tardes sagradamente jugando " a la pelota" porque en esos años ni siquiera había televisión para distraerse, solo la radio y el cine, pero esa es otra historia.
Una tarde estábamos en lo mejor del partido, un equipo le ganaba al otro 6 a 4 goles y comenzó a oscurecer y dijimos "último gol gana todo" así que los bandos le pusieron empeño y de pronto el equipo que llevaba 4 goles hizo el gol del final y terminó el partido según lo convenido y de acuerdo a las reglas no escritas que se respetaban mucho; el partido terminó y nos fuimos cada uno a su casa.
A la tarde siguiente no fui con la pelota a la cancha y nadie vino a pedirla, al día siguiente tampoco fui y nadie vino a pedirla...y los arcos estuvieron mucho tiempo abandonados hasta que cayeron al suelo...y fue el último gol para siempre.
Hoy me pregunto: ¿que será de todos ellos?
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