Francisco Flores Olave reeditando sus más sentidos recuerdos, nos entrega ahora un ameno relato de "su barrio", el barrio de muchos cañetinos que forjaron esta ciudad que de seguro más de alguno se sentirá identificado y gratamente aludido sus letras.
Nací en el mes de septiembre y me crié en una parcela a orillas del camino a Cayucupil en el sector llamado Puente El Carmen; el lugar era muy diferente a como está ahora en varios aspectos.
Había un humedal donde en invierno se podía encontrar unos enormes camarones que eran una delicia asados a las brasas o bien en un caldillo con arroz y papas picadas
La vegetación que este humedal proporcionaba, a pesar de no ser muy variada era interesante porque había temos, pitras, chilcos, junquillos y en los lugares menos acuosos un pastizal que mis padres llamaban "ratonera". Seguramente era por el olor que despedía.
Por el costado sur del camino (mirando hacia Cayucupil) había un pequeño bosque de eucaliptos de añosos troncos y un poco mas al sur uno de pinos que Don Juan Martínez plantó diariamente durante algún tiempo después de su horario de trabajo en la Barraca de Don Jacinto Galilea . Luego a medida que crecían con la misma paciencia los fue raleando con un pequeño serrucho.
También por el lado sur del camino y producto de los trabajos realizados por la Empresa Constructora Ignacio Hurtado Echeñique luego de extraer tierra para relleno en las faenas del camino Longitudinal quedó un corte que nos sirvió a todos los varones del barrio para jugar pichangas por las tardes. La pelota la arreglaba mi papá.
Al final de esta cancha en la orilla oriente del estero como el año ´69-70 se instaló la Familia Saravia-Valencia con el Patriarca Don Tito, su esposa Doña Natalia (la Señora Tala) sus hijos Jaime, Gabriel y Ricardo, las niñas Solfelia y la pequeña Peggy. A ella con mi hermano le decíamos Peggy Lipton, por la actriz de la serie Patrulla Juvenil. A ellos les recuerdo siempre como unos excelentes vecinos.
Con Jaime Saravia Valencia nos encontramos hace como 20 años en un bus viajando hacia Cañete.
Por el oriente en el límite con el fundo "Santa Luisa" vivía la familia Chandía – Garrido integrada por Don Waldo Chandía, su esposa Señora Corina Garrido y sus hijas Verónica e Irene; ellos eran un matrimonio ejemplar y buenos vecinos a carta cabal.
Entrando a Cañete por la orilla nor- poniente del estero "El Carmen" vivía Don Segundo Concha y su esposa Doña Ana Rivera, junto a ellos lo hacía casi toda su descendencia. Solamente faltaba el mayor llamado Esteban quién residía en Chiguayante.
La familia Concha tenía una parcela a orillas del estero hacia el norte, la misma que fue partida en dos cuando se produjo la apertura de la senda que daría paso con el tiempo a la Ruta Longitudinal.
Como decía, la familia Concha tenía en un rincón de la parcela unos árboles frutales y unos parrones que eran apetitoso botín para algunos "bandidos", entre ellos yo.
Don Segundo Concha trabajaba fabricando ruedas de carreta que eran encargadas por los campesinos del sector de Cayucupil. También extraía ripio en el río Caillín junto a varios materialeros de calle Esmeralda y que tenían la entrada a los lugares de extracción por debajo del Puente Mellizos adentrándose río arriba por el costado del fundo "Santa Luisa" de propiedad de Don Héctor Petit-Laurent Benard.
Los hijos de Don Segundo Concha; "Carmelo" y Hernán comenzaron poco a poco a dejar las faenas con bueyes y el carro de medio metro que se usaba para el propósito, derivando a los camiones.
Con el tiempo y la práctica se hicieron expertos en la reparación de los mismos cosa que no necesitaban de alguien externo para las reparaciones. Varios son los conductores de camiones y mecánicos que salieron de esta verdadera escuela.
También tenía un hijo llamado Bernardo "Beño".
Frente a la casa de Don Segundo estaba la propiedad de Don Julio Saú, nunca supe su verdadera actividad; presumo que era forestal porque en ese lugar vi. por primera vez ensayar con una motosierra, además tenía allí un enorme galpón en donde arreglaban máquinas, también había muchos camiones y vehículos como un singular Unimog que me llamaba mucho la atención en aquellos días.
También había allí muchos trabajadores pero mi curiosidad estaba puesta en el Maestro Henríquez que siempre estaba en una ventana en donde se veía girar una polea. Con el tiempo llegué a saber que era el tornero del taller.
En casas al interior de la propiedad vivían varias familias donde hice algunos amigos; en especial recuerdo a Víctor Garcés que me prestaba o cambiaba novelas del oeste para leer con mi papá.
También vivía allí la familia Esperguel donde me hice amigo de un niño llamado Godofredo "Godo".
Un poco mas abajo del taller por el final de calle Esmeralda se instaló a vivir con su familia un hijo de Don Julio Saú en una enorme casa que se construyó.
Apegados a la propiedad de Don Segundo Concha vivían dos familias que nunca llegué a conocer, solo sé que eran de algún lugar de Cayucupil.
En la casa de una de estas familias comenzaron a hacerse reuniones del Ejército Evangélico de Chile quienes luego construyeron un lugar de reuniones al lado de donde vivía el Señor Martínez que trabajaba engordando "chanchos" para su comercialización.
Colindante con el centro de reuniones evangélicas vivía una señora de quién solo recuerdo su apodo (el que no daré) y que tenía dos hijas llamadas Manuela, la mayor y Sonia, la menor.
Con el tiempo la familia Esperguel salió de la propiedad de Don Julio Saú y se instaló a vivir entre la iglesia y la propiedad del señor Martínez en donde construyeron una hermosa casa. Allí la amistad con Godofredo comenzó a distanciarse
Luego estaba la familia Díaz, donde el patriarca seguramente se llamaba Hernán porque todos le conocíamos como Don Nano Díaz. Según recuerdo este matrimonio tenía dos hijos varones, uno mayor que se llamaba Santiago y el menor que se llamaba Pedro. Una hija de Don Nano Díaz se casó con Hernán Concha Rivera.
Luego estaba la familia Zúñiga de quién recuerdo los nombres de los hijos mayores, Víctor a quién le decían "40 leones" también estaba Nelson, menores eran como tres mujeres y dos varones de quienes recuerdo sólo su rostro de niños pero no sus nombres. En los subterráneos de la vivienda de esa familia vivía Mario Olave, hijo de Don Zacarías Olave que según datos informales eran de mi familia; nunca pude corroborar eso.
Luego estaba la familia Riquelme en donde el patriarca era Don Adán y sus hijos Mario, Olegario y Rosamel; también había dos hijas pero nunca supe sus nombres; ellos estuvieron viviendo durante un tiempo en el sector de Puente Mellizos antes de trasladarse a este lugar.
Mas arriba Don Juan Ávila un reconocido taxista de la ciudad vivía con su esposa y dos hijos uno de los cuales heredó la profesión, Alfonso el menor; Jaime el hijo mayor trabajaba después en Correos de Chile-Cañete.
Luego estaba la familia de Don Sinforiano Vázquez "Don Chinfo", respetado funcionario de carabineros que me parece que jubiló con el grado de Sargento; a esta familia la conocí primero en la casa que llegaría a ocupar Don Juan Ávila, porque allí mi mamá iba a lavar ropa como el año 1962-63.
Luego estaba la residencia de Don Filomeno Vázquez, hermano de Don Sinforiano; quién trabajaba en compra y venta de gallinas, luego en la esquina de Esmeralda con Luis Cruz Martínez estaba la residencia de Doña Amalia Vázquez, hermana de los anteriores; donde Don Filomeno y la Sra. Amalia vendían cervezas y bebidas y nunca me quedó claro si era de manera informal o no.
Frente a las casas de Don Filomeno y la Señora Amalia , había un bandejón bien amplio (Platabanda, le llaman ahora ) que se llenaba de carretas, bueyes y caballos que descansaban mientras sus "conductores" y jinetes se deleitaban en los lugares mencionados bebiendo cerveza a destajo.
Por el costado izquierdo en ese tiempo no había nada, salvo el conjunto habitacional que había construido Don Julio Saú y que de vez en cuando alguna familia que estaba de paso por algún tiempo en Cañete arrendaba una de sus casas.
Al final de este conjunto de casas estaba el legendario lugar de encuentro "El Hualle" una casona en donde se vendía mucha cerveza, y que tenía en su frontis uno de estos árboles- un hualle. Tampoco me quedó claro si las cervezas allí se vendían de manera clandestina o no. Pero se llenaba de parroquianos.
Luego, justamente en la esquina sur-oriente estaba la hermosa casa de material sólido y dos pisos de Don Florencio Rivera quién tenía un local de expendio de bebidas alcohólicas, según decía un añoso letrero. Este local con el tiempo lo arrendó y trabajó Don José Henríquez.
Exactamente por la esquina sur-poniente había un sitio eriazo que se llenaba de carretas y yuntas de bueyes de cayucupilanos de los distintos sectores que venían bien a vender carbón, bien a moler trigo a alguno de los diferentes molinos existentes en la ciudad.
En esta esquina construyó su casa Don Oscar Jeldres, quién llegó con el tiempo a ser un conocido empresario de locomoción en la provincia.
Por la esquina nor-poniente estaba el "bebedero" municipal que no era otra cosa que un abrevadero en donde llegaban los carreteros a dar de beber agua a sus bueyes después de un largo y cansador viaje.
En la casa-esquina junto al "bebedero" vivía mi compañero de colegio Jorge Sáez a quién apodaban "el pilme" porque era morenito. No conocí el resto de la gente de esa casa.
Adentrándonos mas en la calle Esmeralda se encontraba un variado y selecto grupo de personajes de diferentes oficios que hacían muy folklórico el lugar , había muchos allí pero solo recuerdo el nombre de Atilio Sanhueza quién protagonizó un accidente al inicio de la cuesta "El Avellanal" cuando cayó desde el camión en movimiento cargado con arena desde un lugar del sector que conducía Hernán Concha;
No puedo dejar de mencionar a Don Armando Muñoz que vivía frente al cementerio por calle Luis Cruz Martínez y era un reconocido materialero de Cañete.
Siguiendo por calle Esmeralda, a media cuadra estaba el almacén de la Señora Nena Vidal, yo compraba el pan ahí.
Luego estaba el Restaurant de Don Julio Vidal que era atendido por su propio dueño, un caballero de avanzada edad.
Toda la cuadra entre las calles Luis Cruz Martínez y Mariqueo era habitada casi en su totalidad por familias Beltrán y Vidal, los que estaban relacionados entre sí.
En la esquina nor-poniente de calle Mariqueo con Esmeralda estaba el almacén de Don Rigoberto Cisternas que era atendido por su esposa y su hijo Fernando, el caballero estaba más dedicado a hacer fletes en su camión. Luego se trasladaron media cuadra siempre por calle Esmeralda donde construyeron una hermosa casa. Años más tarde se mudarían a calle Villagrán, entre Videla y Serrano.
En la esquina sur-poniente de Esmeralda con Mariqueo estaba la cantina de Don Alejandro (Don Alejo) Vidal quién tenía un apodo muy apropiado a su baja estatura, Patas Cortas allí se podía beber mucho vino y en sus interiores si había pulso, jugar rayuela.
En la esquina sur-oriente de Esmeralda con Mariñán estaba la cantina de un señor Olate y que era el padre de Don Rolando Olate quién años después sería concejal de Cañete. El negocio lo liquidó su hermano "Peta" (no recuerdo el nombre) porque cayó en el alcoholismo.
Por la esquina sur-poniente estaba la Reparadora de Calzado del maestro Juan Valencia, luego fue del Maestro Calbullanca y posteriormente de Don Elías Alacid. Con todos ellos mi papá aprendió el arte de reparar calzado y por la calidad que llegó a tener en el oficio le reportó mucha clientela a un taller que armó en casa. También aprendí el oficio y tuve mi clientela.
En la esquina nor-poniente estaba la cantina de Don Pepe Méndez, también allí si alguien quería y podía, se jugaba rayuela. Entre los parroquianos de estos lugares el mas pintoresco era uno llamado "El Chico Neira"; pintamonos ciento por ciento. También asiduo a estos centros de reuniones era Don José Candia, Don Juan Flores y su esposa Josefina, Pablo Maldonado y una cantidad numerosa de fieles y sedientos merodeadores del lugar.
En la esquina nor-oriente se instaló la Relojería Certina, que con el tiempo se mudó a la calle Saavedra.
Seguimos por Esmeralda y justo entre las calles Mariñán y 2do de Línea estaba la casa de Don Raúl Durán, quién fue mi profesor de Ciencias Naturales en la Escuela Nº1 y por la vereda sur, justo enfrente la casa del Señor Daniel Jana, respetado comerciante cañetino.
En la esquina de 2do de Línea con Esmeralda una inmensa casona que ocupaba la familia Ramírez-Blanchemir de mi gran amigo y condiscípulo de escuela Espercy Ramírez Blanchemir. Esta casona era conocida como "El Correo Viejo".
Por la esquina nor-poniente una casona de dos pisos de color amarillo en la que años mas tarde se instalaría el Restaurant "El Ronce"
Por la vereda sur, siempre hacia el poniente estaba la casa de de Don Homero Vigueras, reconocido médico de Cañete y luego estaba el Restaurant de la Señora Dora Montoya que vendía pan frío a toda hora.
Colindante a este restaurante el profesor Don Aquiles Fuentes se instaló en una hermosa casa que construyó.
Por la vereda norte desde la esquina de Esmeralda con Villagrán estaba la sede del Club Deportivo Alianza que tenía unas mesas de pool que administraba el padre mi amigo René Cardoza. También había un piano de cola que al menor descuido de este caballero le dábamos duro a las teclas logrando que Frédéric Chopin se revolcara de angustia en su tumba.
Apegada a esta sede deportiva una casa-habitación que llegaría a ocupar Don Juan Bautista Vergara Vergara con su familia.
Borrosamente en mi memoria persiste en la esquina sur-poniente de calle Esmeralda con Saavedra el kiosco de diarios y revistas del Señor Castro, padre de quién sería bajista y líder del grupo musical Patrulla Juvenil, mi amigo Pablo Castro.
Años más tarde en esta misma esquina sería construida una casona la que su planta baja ocuparía el Supermercado "Don Rekas"
Por la vereda norte de calle Esmeralda antes de llegar a calle Saavedra se instalaría un restaurante que los propietarios pidieron a través de un concurso ponerle nombre. Finalmente fue nombrado "Mary Mary". Nunca estuve allí.