Hace unos meses, el territorio Arauco se presentaba en el Centro Cultural Estación Mapocho en Santiago en el marco del Festival Internacional de Cine de Lebu (FICIL), la oportunidad permitía generar una atractiva vitrina para las más diversas expresiones y emprendimientos de la zona, desde Lota hasta Tirua incluyendo la Isla Mocha.
El marco escénico muy bien trabajado, con grandes gigantografías de la zona, sonidos naturales grabados y asociados a las imágenes, pantallas con documentales y excelentes vistas del territorio. Los productos mostrados causaron muy buen impacto en el público asistente, de muestra vale decir que el maqui y sus derivados fueron muy cotizados. Por ejemplo los sabores Gourmet de Kepika de Cañete tenían una sugerente tabla de degustación que era muy visitada, causaba curiosidad y aprecio en los visitantes la amplia variedad de salsas y sabores disponibles para probar, se sumaban el relato que Matías el dueño y promotor de este stand entregaba, instancia de conversación que se agradece en la capital. Además había una muestra muy amplia de destinos, operadores, rutas y servicios para quienes pensaban en las vacaciones de invierno, la oferta turística resultó muy atractiva.
Pero en ese imponente marco como es la gran estructura de la Estación Mapocho había un molesto y constante sonido musical de mucho volumen que invadía cada rincón de la exposición. Partió como una prueba de sonido pero se extendió más de la cuenta y a un excesivo volumen.
Lo interesante y muy destacado fue que en los escasos minutos que este sonido se detenía se lucia el sonido ambiental, se podía conversar con los expositores y surgía el canto sin amplificación y con potencia de Estela Astorga, gran representante de la zona que fue requerida varias veces por los visitantes y los medios.
Estela lograba expresarse y llegar a quienes estábamos ahí a pesar del ruido y de todos los distractores que existían. La clave estaba en saber cuándo hacerlo, buscaba el momento preciso y sin mayor ayuda que su propio desplante, sin alzar la voz innecesariamente marcó puntos destacados durante el evento.
Menciono este ejemplo pues en un contexto nacional donde cada región defiende y quiere hacer lucir sus destinos turísticos con ya instalados medios de difusión y amplificación, parece difícil poder alzar la voz y hacerse escuchar. Parece muy difícil salir de la inercia de destinos clásicos como Viña, Pucón y La Serena. Pero si se busca el momento preciso, los medios apropiados y los silencios oportunos se puede lograr mucho sin tener que alzar la voz o desgastar recursos innecesariamente.
Notables han sido las apariciones del territorio en programas de viajes, comida y noticias, sin duda contribuye esto a la visibilidad y a la construcción de una identidad positiva.
El ejemplo de Estela sirve para mostrar cómo se puede comunicar, expresar y lucirse sin alzar la voz, solo buscando los espacios apropiados para hacerlo y aunque es un esfuerzo colectivo del territorio compete en lo individual a cada emprendedor, operador, funcionario o cualquiera de nosotros que quiera o pueda contribuir a la identidad local.
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