Esta es la historia apasionante que llegó a mi correo electrónico desde Melbourne-Australia hace 12 años; donde un chileno (cañetino) residente allí me cuenta de sus experiencias para encontrar el rumbo de su vida y proyectar el futuro para sí, y los suyos.
Junto con ello me hace recordar algunas personas y situaciones que al ser colocadas nuevamente en la memoria me llevan a pensar y reconocer en realidad “que este mundo es muy pequeño”; porque lo que parecía lejano y olvidado; está, diríamos “a la vuelta de la esquina”
Por ejemplo; quién no conoció en su momento de esplendor el Restaurant “El Indio” ubicado en la esquina de las calles Arturo Prat con Segundo de Línea de propiedad del Señor Gabriel Díaz y que por los primeros años de la década del ´70 administraba un familiar suyo, Don Miguel Carrillo con quién la última vez que conversé fué en el año 1980 y quién más tarde abrió su propio restaurante frente a la Plaza Caupolicán llamado "Los Copihues", pero fue conocido popularmente como “El Indio Chico”.
Pues bien; como decía antes, Don Javier Carrillo Díaz, hijo de Don Miguel a través de un e-mail me cuenta sus experiencias de vida en una historia que generosamente comparto con ustedes porque no deja de ser apasionante:
“Hola Buenos días, una vez mas los temas del recuerdo son muy preciosos y al mismo tiempo tristes.
Recuerdo que frente a Radio Millaray estaba el restaurant “El Indio”; creado por mi tío-abuelo José Carrillo, el mismo que mis padres tuvieron a cargo por algunos años durante los ´ 70.
Más tarde nos movimos a la plaza Caupolicán con el restaurant “Los Copihues”, que ya no existe, pero la gente lo conocía como “El Indio Chico”.
Por aquellos años yo tendría 4 a 6 años de edad. Aun así me acuerdo de toda esa época.
Hoy tengo 50 y llevo 30 años en Melbourne Australia. Ya llevo mas de la mitad de mi vida vivida en este país y aun así recuerdo con mucho cariño a nuestro querido Cañete.
Por el ´85 tuve la oportunidad de leer “La Casa del Farolito Azul” de Oscar Castro, me lo prestó mi polola en esos entonces, ahora mi esposa. Muy buen libro; confirmé con él que yo no era el único que había tenido una niñez difícil. Leer ese libro me dio fuerzas para esforzarme y salir adelante.
Mi papá se llamaba Miguel Carrillo Henríquez, mi mamá Fresia María Díaz Carrillo; creo que llegaron a fines del año ´73 de regreso a Cañete desde Santiago para hacerse cargo del Restaurant "El Indio" que en esos momentos pertenecía a mis tíos Eusebio y Gabriel Díaz Carrillo. Al lado del restaurant estaba la fábrica de cecinas “Las Tres B”.
Bueno la cosa es que mis tíos siguieron con la fábrica de cecinas y mis padres trabajaron “El Indio” por unos tres años; hasta 1976.
A fines del ´76 abrieron el Restaurant "Los Copihues"; alias el “Indio Chico”; más o menos hasta fines de 1996. Las fechas exactas no las recuerdo.
Mi padre; lamentablemente falleció en marzo de 1990 a los 54 años de edad, después de una larga lucha contra el alcohol
En el ´ 86 tuve la oportunidad de hacer la práctica en la emisora Diego Portales en calle Ejército Nº 125 en Santiago. Había terminado de estudiar en el Liceo Técnico A-112 de La Cisterna como técnico electrónico. Esa oportunidad me abrió los ojos al mundo de la radio, no como locutor si no como técnico y panelista. Mi tarea principal era mantener los estudios 100%, las rutinas diarias eran seguidas al pie de la letra. Al tiempo después el jefe del departamento técnico se dio cuanta de mi interés en los panels (consolas de sonido).
Un día estaban necesitados de uno para la sala de grabaciones y al escuchar al jefe de los panelistas (radio-controladores) quejarse de que no tenía a nadie disponible para editar unas entrevistas importantes; mi jefe le dijo que hablara conmigo. Me llamo al Studio y me preguntó si sabía usar los panels y como “parchar” en los equipos de grabaciones, le respondí que sí. Me pidió que le mostrara; que le traspasara de una grabadora portátil a una cinta, 3 minutos de entrevista, lo hice en 10 minutos y me ofreció trabajar para él todos los días en las tardes durante 5 horas.
Así comencé otra etapa de mi vida. Los domingos trabajaba como panelista de dos turnos; uno en radio Portales, y el otro en radio Corporación que estaba en el mismo piso del edificio. También hice turnos en el Studio para los periodistas que llegaban con entrevistas grabadas. Tenía que editar las entrevistas al gusto de los periodistas y prepararlas para los noticieros.
Tenia 16 años y ya tenia una fama entre lo que se podría llamar un alto nivel radial.
Mas tarde me dieron más trabajos y me asignaron el Studio para preparar comerciales con jingles y voces; llegaban las estrellas, los locutores de planta, y me gastaba algunas horas haciendo los comerciales como los clientes lo querían.
En el tercer piso estaba radio Carolina FM, ahí me tocaba trabajar los días feriados y las noches de los viernes haciendo reemplazos. Además preparaba el auditorio para grabar la Bandita de Firulete, colocaba los micrófonos; limpiaba los cabezales y los desmagnetizaba, hacía lo mismo con las cintas que el productor traía para las grabaciones, ahí fui solo un asistente.
No podía convencerme de que lo que escuchaba en radio cuando estaba chico no era más que un acto.El ´86 y ´87 pasaron volando, la experiencia ganada no tiene precio, lo malo era que la mano de obra era mal pagada.
Para fines del ´87 ya sabia que Australia era mi siguiente parada, así es que dejé emisoras Diego Portales y me dirigí a Cañete a esperar el día que saldría de Chile. Mientras tanto trabajé en radio Revelación como panelista (radio-controlador), lo hice hasta septiembre del ´88; una semana más tarde estaba camino a Australia.
Oscar Castro para mí representa lo mas simple de nuestra tierra, tengo todo sus libros, y de vez en cuando los vuelvo a leer para no olvidarme de mi pasado.
Le cuento más; Don Francisco, ya una vez llegado a Melbourne en septiembre de 1988; me dediqué a estudiar inglés durante 6 meses con un grupo de jóvenes que estaban en situaciones similares; recién llegados y más perdidos que nunca, no entendíamos nada.
Fue un “shock” grande de cultura y orden el que recibí los primeros meses. Me preguntaba ¿donde estaba la gente?, ¿por qué no había personas caminando en las calles o esperando micro en los paraderos? Me preguntaba ¿donde estaban las micros llenas de personas con destino a sus trabajos? ¿donde estaban las personas que se paran en las esquinas en las tardes a conversar?
Era todo un enorme silencio, sin ruido, sin bocinazos. Todo se veía limpio y ordenado…y ¿los perros callejeros? ¿Las piedras en las calles?
Después de 6 meses me dieron la oportunidad de hacer “work experience”; (práctica), por 4 meses en Radio ABC. Fue muy bonita la experiencia, no fue pagada, sólo me dieron la oportunidad de practicar mi inglés y al mismo tiempo conocer como trabajan las radios en Australia. Al término de la práctica no hubo contrato ni posibilidades de quedarme, no fue por falta de capacidad sino por regulaciones.
Mis estudios no estaban reconocidos por el organismo a cargo y la Unión no permitía personas sin calificaciones. Después de casi 3 semanas los papeles de reconocimiento llegaron; y bueno, me puse a buscar trabajo, mi inglés estaba como en el 20%, casi nada.
Durante el período de estudios y de encontrar trabajo en mi área, como técnico electrónico o radio controlador, trabajé en limpieza, esto seria en abril del 1989.
Todas las noches, de lunes a viernes, desde 19:00hrs hasta 22:00hrs trabajaba limpiando oficinas en una fabrica metalúrgica, Smorgon, durante el día estudiaba inglés “full time”. La compañía de limpieza, Paramount, pertenecía a un australiano casado con una chilena, ya no recuerdo sus nombres.
El área de limpieza siempre estaba necesitada de personas, así es que era fácil encontrar trabajo. Por dinero en efectivo, “cash money”, también limpiaba los domingos por un par de horas en un “Drive In”; esos que muestran películas y uno las puede mirar desde los autos. Afortunadamente estos trabajos me dieron la posibilidad de conocer otras personas y practicar mi inglés, lo otro fue que no lo hice por mucho tiempo, creo que unos 8 meses.
Un día fui invitado a un asado de una familia uruguaya que conocí a través de mis suegros. En ese asado conocí a otro chileno, José Espinoza, que trabajaba en Telecom, una empresa de Telefónica; sin querer entramos en conversas, al tiempo sale el tema de mis calificaciones. Yo le explique que era técnico electrónico de estudios pero con conocimientos de Radio controlador, editor de sonidos, etc. El me dijo que podría ubicarme en lo que el estaba trabajando, técnico en comunicaciones; bueno, de ahí parte otra etapa.
Pasaron casi dos semanas, un día me llama y me da el contacto de su jefe, Robert Reid, quién me dijo que estaba esperando que le mandara CV y calificaciones para verlas; y ver si podría darme una entrevista, corría noviembre 1989.
Después de esperar un par de días me llegó un telegrama citándome a una entrevista; fui a la entrevista y con mi 20% de inglés me puse a contestar preguntas técnicas, que la verdad no entendía en su 100%, solo podía sacar conclusiones de qué era lo que preguntaban por algunas palabras claves…muchas veces mis conclusiones estuvieron malas…
Salí de la entrevista con sentimientos mezclados, no entendí nada y al mismo tiempo tenía la esperanza de haber impresionado al panel de dos personas. Una de ellas era el jefe del departamento de TV y Radio, encargado de que las señales a través de Telecom funcionaran 100%. El otro era jefe de una de las terminales telefónicas más grandes de Melbourne, Lonsdale Exchange, llamado Mel Downing.
Recuerdo que al final de la entrevista; 45 minutos más o menos, me preguntaron si yo quería decir algo o si tenía alguna pregunta. No sé por qué pero lo único que atiné a decir fué (con un inglés de un niño de 3 años) que sabía de que yo no hablaba bien; pero que eso no quería decir que no supiera mi trabajo, solo necesitaba demostrarlo en la practica…necesitaba esa oportunidad…después terminé dando las gracias y me fui.
Recuerdo que al llegar a casa mi estado de ánimo estaba por el suelo, pero extrañamente estaba ansioso de saber el resultado.
Lamentablemente era viernes y no se espera respuesta hasta el lunes siguiente, Leonardo era un bebé en esos momentos así es que para distraerme, recuerdo que lo tomé y salimos a caminar.
Como a las tres de la tarde del lunes me llaman por teléfono, era Mel Downing, me envolvió un miedo terrible, el teléfono es uno de los artefactos de comunicación que produce mucho pánico en las personas que no hablan inglés… ¿será la frustración de no poder comunicarse 100%, y no poder hacerse entender? ¿El miedo al ridículo?...son emociones fuertes que afectan la concentración.
Hello?... después a tratar de entender lo más que puedas para continuar con la otra pregunta…¨ ¿que pregunta?... ¿Como se dice?….este…Dios y el pánico te agarra de nuevo…yes...yes....what?...sorry?
(Sorry es unas de las palabras que uno aprende el primer día que entra a Australia...si bloqueas el pasillo en el avión y alguien quiere pasar lo primero que uno dice es...sorry).
Mel llamaba para darme otra oportunidad, aparentemente el jefe de TV y Radio necesitaba una persona sin limitaciones como las mías.
Mel me citó para el día siguiente; martes, la idea era mostrarme ciertos circuitos electrónicos y ver si podía arreglarlos.
Llegué a mi cita, con mi corbata favorita puesta. Mi primera prueba se presentó al llegar al edificio, los guardias de seguridad me preguntaron la razón de mi visita; y bueno ya muy nervioso les expliqué como pude.
Después de casi 20 minutos Mel bajó a firmar el libro de vistas, subimos al 7th piso en donde me presentó a “Les Fish” supervisor del “departamento de servicios especiales” algo así como el departamento que se encarga de la instalación de líneas privadas en la central.
Llegó el momento, Mel me dijo que si Les encontraba que hacía bien lo que él me iba a pedir; me contrataría por un período de tres meses para probar.
Les me dice- vamos…salimos por un corredor, entramos a una sala que estaba llena de equipos de comunicaciones, no tenía ni idea para que servían, equipos tras equipos, alarmas sonando, personas presionado botones, un panel con un mapa del centro de Melbourne y leds rojos que se encendían y apagaban..El grado de nerviosismo al máximo, aun no sabía cual era la prueba…mil imágenes en mi mente, mil escenarios.
Finalmente llegamos a una sala llena de artefactos electrónicos e instrumental para diagnóstico…me pidió que tomara 4 cables; azul, blanco, rojo y negro. Me dio el orden de los colores y me pidió que los soldara.¡¡¡ No lo podía creer!!! ¡¡¡Que fácil!!! Pero primero tenía que dejar de temblar…”Les”, miraba….yo, con un soldador en la mano derecha, soldadura en la mano izquierda y temblando como gelatina… traté de soldar los cables en el orden dado….”Les” me detiene y dice que me relaje…que tome mi tiempo…respiro profundo….”concéntrate me decía a mi mismo”….finalmente lo hice…¡¡¡terminé!!!
“Les” llama a Mel por teléfono…5 minutos pasaron….Mel llega y le pregunta… y… ¿qué tal?....”Les” me mira y dice sí…sí...¡¡¡Se puede quedar!!! Mel me pregunta ¿puedes empezar mañana? Yes….sure….no problems.
Me contuve, no quise mostrar mis emociones aparte de dar las gracias. Y me fui a casa….
Salí del edificio y lo único que quería era llegar a casa lo antes posible así es que tomé un taxi…¡¡¡un taxi!!!...que más da… ya tenía trabajo en lo mío…en el camino compré flores para Mirtha, mi esposa…esto hay que celebrarlo…ya tenía trabajo
Y así como si nada, después de casi 14 meses de haber llegado a Australia comienza otra etapa de mi vida….
16 años después (2006) aún veo a Mel en los corredores de Telstra; (Telecom en esos entonces). “Les” ya no trabaja con nosotros.
Saludos finales
Hay chilenos muy cariñosos que están siempre dispuestos ayudar. Se prestan para ser intérpretes, guías, dan consejos, orientan, y comparten con uno momentos sociales, sobre todo los fines de semanas, quizás es para tener compañía, quizás es para simplemente dar una mano. En mi experiencia uno termina haciendo lo mismo con aquellos que están recién llegados, ya que la mano no siempre uno la devuelve a las mismas personas.
Ahora estoy en mi trabajo Don Francisco, le prometo que continuaré con mi historia apenas tenga tiempo. Por ahora le dejo muchos saludos a usted y su gente. Una vez más, muchas gracias.
Como pueden ver estimados lectores es la apasionante y bella historia de un chileno; cañetino además, como tantos que se esparcen por el mundo buscando mejores expectativas de vida para sí y su familia; pero que llevan en su corazón y en su mente grabado a fuego el nombre de su pueblo, de sus calles y lugares que les vieron nacer, crecer y abrir los ojos al mundo.
Porque es verdad que existen dos clases de cañetinos, y de eso no cabe duda, quienes aman Cañete viviendo allí; y quienes le aman y lloran desde lejanos lugares.