En esta líneas confieso el cómo y por qué logré transformar mi vida para llegar a ser profesor.
No todos los días se cumplen 30 años en una función, empresa, trabajo o actividad y debo reconocer que en mi vida laboral he cumplido en dos ocasiones esa cantidad de tiempo.
Para ello debo remontarme a 1982, cuando tranquilamente realizaba mi trabajo como locutor en radio Proyección FM 105.3 en Curanilahue, al que había llegado el 5 de octubre de 1981. Ese año comenzó definitivamente a instalarse el nuevo sistema de municipalización de la educación y con ello el Departamento de Educación instaló sus oficinas directivas en la parte oriente, segundo piso, de la antigua municipalidad.
El DEM, como se le comenzó a conocer era encabezado por dos jefaturas, el director comunal Abel Bernales y el Coordinador Carlos Arzola, quienes comenzaron a difundir la nueva forma de la educación en la radio, que en ese tiempo era la única en la comuna.
Como locutor, me correspondió realizar todas las entrevistas y conversaciones con ambos, seguramente esa instancia o el hilo de la conversación, que era sin pauta, les indicó que algo del tema sabía y Arzola me propuso postular a un puesto de Inspector en una escuela determinada que no mencionaré; pero quedaba cerca de la estación de ferrocarriles, cosa que no resultó por órdenes superiores.
En segunda instancia me volvió a llamar algunas semanas después para proponerme algunas horas, 10 exactamente, en una escuela que trasladaban desde el campo y aunque el tiempo y la remuneración era poca, acepté y el 1 de junio de 1982 se iniciaría mi trabajo en la que hoy es, la escuela Buena Esperanza del sector Chillancito. Ese mismo año, en octubre, nacería mi hijo Pablo Alejandro y cuatro años más tarde mi hija Karen Lu Anne.
Como el día era martes y dice la tradición que una nueva actividad para que sea exitosa no debe iniciarse ese día de la semana, voluntariamente me adelanté, llegando el lunes 31 de mayo a las 8:00 de la mañana y fui presentado en el acto matinal junto a otros dos funcionarios por el director don Arturo Salinas Acuña.
Desde esa fecha, pasaron muchas situaciones más agradables que desagradables. La más agradable, titularme de profesor de educación general básica en 1995 o sea 13 años después, realizar clases en el mismo establecimiento del sector Chillancito y posteriormente por Concurso público, llegar a la escuela Pablo Neruda.
Cuando cumplí 30 años como funcionario del DEM de Curanilahue (situación de la que solo yo me enteré), 2012, me ofrecen el cargo de profesor encargado de la escuela San José de Colico, funciones en las que solo me mantuve (por razones que no comentaré y ajenas a mi desempeño) durante ese año y el 2013 se me retorna a la escuela Pablo Neruda.
Tras la experiencia adquirida en el año 2012 y la tenida desde mi ingreso a la educación, postulo mediante concurso de alta dirección pública al cargo de director de la escuela José Ulloa Fierro de Los Álamos.
Tras resultar electo para un periodo de cinco años me integro al establecimiento. Demás esta decir que no todas las realidades son iguales por lo que tuve que aprender en el camino de la vida, lo necesario para tener un buen desempeño. Tras ese primer periodo me repostulo al siguiente y la Municipalidad, ente sostenedor de la educación pública volvió a confiar en mi desempeño para una segunda oportunidad.
Tras mi llegada a la comuna de Los Álamos, lugar de nacimiento, en la antigua Hacienda Eyheramendi, de mi abuelo Francisco Flores Neira, han pasado casi 13 años, ocasión en que cumplo 30 años ejerciendo la docencia.
Por cuanto, considero que tengo el privilegio de cumplir, desde mi punto de vista) 30 años en dos ocasiones, aunque la matemática no engaña y estas dos oportunidades no suma 60 sino solo 43 años, que espero sean varios más.
En esta etapa de mi vida es cuando debo dar mis agradecimientos a todos los que han hecho posible mi formación como profesional, situación que en algunos años y caminos por la vida de juventud, consideré imposible. Hay nombres, personas y situaciones que merecen mi reconocimiento; pero que no voy a mencionar porque alguno podría quedar entre las sombras del olvido y sería una injusticia.
Lo anterior porque uno no se forma solo, se forma por las circunstancias, por los apoyos, por las oportunidades y los aciertos, por las puertas que se abran y las que se cierran, por los triunfos y las caídas. Por todo. Por ese camino que transitamos día a día hasta, sin darnos cuenta, nos convertimos en el propio camino.
Muchas gracias por el apoyo mostrado y las palabras recibidas.
Estoy convencido que en algún rincón de la tierra y de su conciencia, hoy habrá algún adulto, que siendo niño y estudiante y pasó por mi aula, tiene algo de mí, que como profesor le entregué para el desarrollo de su vida diaria.
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