Francisco Flores una vez más nos sorprende con sus relatos de vida, la vida que le tocó a los suyos, pero que bien podría ser de cualquiera de nosotros, sorprende el tono y el tino como describe situaciones que son siempre difícil de enfrentar.
Epílogo
Pasaron algunas semanas y El Hombre se repuso completamente de la lesión ocasionada en su pie y se puso a trabajar nuevamente para preparar una "pellejá" de cuarenta sacos de carbón para bajar hasta Cañete para aprovisionar a su suegra con pulpería porque el invierno se aproximaba.
Mientras pasaban los días por las tardes participaba de partidos de fútbol con lugareños en una improvisada cancha para el efecto que aunque tenía piedras y algunos troncos cumplía la misión de distraer y sacar a estos hombres por breves momentos de su dura tarea por la existencia en este lugar alejado de la civilización; si es que se puede mencionar de esta manera.
Lista y cargada la carreta con 40 sacos de carbón, el bolso con el "manchi", se dispone a bajar la montaña para cubrir en 2 días la distancia que lo separa "del pueblo" en donde lo espera el anhelado botellón de vino que calmará su sed.
Una vez realizado el trayecto plano del camino comienza la difícil tarea de bajar la pendiente que es bastante pronunciada y para que la carreta no se lleve los bueyes cuesta abajo tiene que ponerle "palanca", es decir se coloca un varejón de luma firmemente atado a los varales de la carreta y que cumplirán la función de frenar las ruedas por su delantera.
Este varejón es retirado de su lugar una vez llegado frente a la casona de Don Eliecer Pincheira a orillas del caudaloso río Cayucupil.
Una vez vendida la "pellejá" de carbón comenzaron los preparativos para el regreso hasta El Porvenir cosa que El Hombre haría solo acompañado de Temo (Artemio Fernández Olave) su inseparable compañero de viajes a Cañete; su Mujer y sus hijos quedarían en casa.
Esta sería una de la últimas oportunidades que El Hombre se quedaría tanto tiempo en casa de su suegra.
Un acontecimiento fuera de todo cálculo estropeó momentáneamente la convivencia entre El Hombre y su Mujer.
La carreta quedó sola en el camino y pasó alguien que robó el saco con la "pulpería" lo que originó una tremenda pelea entre El Hombre y su Mujer porque se culpaban mutuamente de lo acontecido.
El Hombre cuando maltrataba a su mujer no lo hacía gratis, también recibía lo suyo porque los puñetes no solo iban, sino que también venian.
Al final El Hombre se fue enojado, algo golpeado y sin "pulpería" lo que ocasionaría un problema donde su suegra.
La Mujer que era de "armas tomar" se instaló a orillas del camino y a cuanto carretero que pasó le encargaba cualquier dato que pudiera traer del bendito saco con la "pulpería".
Como a la semana pasó una persona que le dijo que en "Los Portones De Clarisa" alguien había encargado un saco con las señas entregadas por ella.
Viajó la Mujer hasta allá y efectivamente era el saco que afortunadamente conservaba todo; no faltaba nada así que regresó en el taxi de un Señor Méndez que venía desde Cayucupil y al día siguiente la Mujer lo embarcó con un carretero-carbonero que iba para el sector donde vivía su madre.
La vida y sus recodos inexorablemente continúa su marcha trayendo penas y alegrías según las circunstancias.
Por el mes de noviembre de 1973 y aprovechando la contingencia política imperante en el país, Don Juan Martínez, responsable del predio donde vivía El Hombre con su familia interpuso un recurso no sé con que figura legal en el Juzgado de Cañete y El Hombre fue desalojado de allí.
Aquel acontecimiento modificó significativamente la forma de vida de El Hombre porque ya no tendría nunca mas esos amaneceres con el sol apareciendo en las lejanas montañas de Butamalal, ya no estaría ni el pasto regado por el rocío ni el viejo roble donde año tras año cosechaba un gargal.
Desde su nuevo domicilio El Hombre comenzó a realizar continuos viajes hasta el sector de Tucapel Alto para realizar faenas de trabajo y cultivar las amistades que tenía por allí.
Sus largas permanencia fuera de casa motivaron fuertes rencillas con su Mujer lo que causó que por el año 1983 fuera abandonado para siempre por ella.
El Hombre quedó solo...ley de la vida, todos sus hijos se habían repartido por la vida y cada uno tenía sus propias preocupaciones y deberes razón por la que siguió viajando hasta Tucapel Alto ya fuera a trabajar o de visita, su suegra Doña Aída Olave Olave también abandonó para siempre las alturas de Butamalal instalandose a vivir en el sector de La Granja en Cañete; el sistema de vida del Hombre estaba desapareciendo, todo era diferente.
El Hombre cuando estaba en Cañete se quedaba largas horas por la noche en casa de su hija mayor Ana María viendo televisión y luego se perdía por semanas en los campos de Tucapel Alto.
Fue en estas circunstancias que apareció el día 30 de mayo de 1999 en casa de su hija quién para él había asignado un dormitorio en el que siempre había ropa limpia y dispuesta para su padre.
Luego de un par de horas de ver televisión El Hombre le dice a su hija que no tiene ganas de marcharse a su casa, como respuesta ella le dice que duerma ahí porque su cama está lista, y El Hombre se va a dormir.
El Hombre despertaba todos los días antes que los primeros rayos del sol comenzaran a apararecer en el horizonte, algo había que hacer afuera; siempre tenía algo que hacer temprano.
Su nieta Susana realizó los preparativos para irse al colegio donde estudiaba en ese momento y al ir a despedirse de su madre esta le hace la siguiente pregunta:
--Tu abuelo, ¿que está haciendo? ---- Durmiendo, contesta ella.
La hija del Hombre se extraña y replica: mi papá ¿durmiendo a esta hora? Anda a tu colegio, mientras voy a verlo.
La hija del Hombre entra en la habitación, le habla a su padre y entonces se percata que ya no despertará nunca mas. Estaba muerto.
Por la noche El Hombre luego de pasear sus pensamientos por toda su vida recordando sucesos importantes para él como el día de su matrimonio, el nacimiento y crecimiento de sus hijos y como la vida se los fue arrebatando; también hizo recuerdos de su único viaje a Santiago hacía 3 años antes; recordó a su Mujer que amó toda la vida; recordó a sus nietos, en especial a los que no veía desde hacía un tiempo; con estos pensamientos fue vencido por el sueño en el que apareció el "Engaño"; el caballo que mas había querido, montó sobre él y se perdió en las nubes galopando hasta el infinito eterno.
Mi padre Luis Ernesto Flores Arriagada; El Hombre y su leyenda.
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