Este 27 de abril, la institución de carabineros cumple su 94° aniversario que fue creada mediante un decreto con fuerza de ley el año 1927, concentró la labor policial bajo la figura del Cuerpo de Carabineros de Chile.
Y a lo largo de su historia ha dado muestras de su integración plena con la sociedad. Por muchos años ha sido una de las instituciones más reconocidas y valoradas por las personas con sus virtudes y errores.
Una mayoría ciudadana tiene claro que el fraude y los errores cometidos por parte de algunos integrantes no comprometen el prestigio de los funcionarios que cada día se esfuerzan y arriesgan sus vidas por tratar de dar seguridad y orden a las personas.
A continuación, un relato del diario El Sur del año 1936 m/m. A pocos años de creada esta institución:
RELATO DEL CARABINERO ARELLANO EN LA CAPTURA AL DENOMINADO TIGRE HUMANO
A principio de los años 30 el sector norte de nuestra provincia de Arauco estaba preocupado de la existencia de algunos malhechores que se habían organizado en una tenebrosa banda, sembrando el pánico y desolación en el sector rural mediante continuos asaltos a mano armada y cuyo jefe era el terrible bandido Carlos Roberto Parra Pinto. Cuya hoja biográfica de los crímenes perpetrados por este verdadero tigre humano se remontaba al año 1904 y en Arauco solamente llegan a nueve homicidios que se seguían contra este criminal más dos muertes cometidas en la zona cordillerana de Lonquimay y cerca de cincuenta asaltos a mano armada en distintos puntos de la región, fuera de otro número de violaciones. Los campos de Lota, Coronel, Talcahuano, Santa Juana y otros fueron testigos de los horrendos asaltos de este avezado criminal.
Tanto es así, que los carabineros de la Primera Comisaría de Arauco, obedeciendo a un bien meditado plan de persecución ordenado por su capitán Jacinto Bascuñán no cejaban de patrullar los campos desarrollando un juego de despliegue y de difíciles pesquisas que pusieron en duras pruebas al personal de carabineros en acecho.
Entre los aprehendidos días antes, se contaba a Juan Miranda Carrillo ayudante de campo de Carlos Parra Pinto y también a una mujer pareja de este y otros maleantes del famoso Parra.
Con cierta habilidad se logró encontrar la ruta que seguían Parra y sus acompañantes, que, a cubiertos por las sombras y encrucijadas de los caminos, creíanse impunes y poder continuar la cadena de sus funestas correrías, entre los indefensos poblados donde pasaban.
Fue la guarnición de carabineros de Laraquete, perteneciente a la Comisaría de Arauco, la que le cupo poner punto final a los desmanes de los mencionados malhechores, que ya percatados de la tenaz persecución, decidieron batirse en retirada hacia el pueblo de Santa Juana.
La noticia del paso de los criminales fue recogida por los carabineros destacados en el mencionado pueblo de Laraquete, llamado Gumercindo Guiñez Lagos Cabo 1° a cargo del Retén, más los carabineros José Fritz Alarcón y Julián Atilio Arellano, quienes haciendo cumplido honor a la consigna recibida de su capitán señor Bascuñán, se lanzaron al sacrificio en aras del deber y no haciendo hincapié en las copiosas lluvias y furioso huracán desencadenados en esos días, lo que significaba una verdadera protección para los delincuentes ocultos, se lanzaron decididos a poner punto final a la tragedia de desmanes que desde tanto tiempo venían trazando los avezados criminales.
Por barriales, matorrales y desfiladeros marchaban los carabineros bajo una lluvia torrencial, con resuelta virilidad, como soldados disciplinados a encarar el peligro, persiguiendo a los malhechores.
Se tomaron posesiones. Cada carabinero trató de abarcar un mayor sector.
La cordura y experiencia en estas pesquisas se imponía. Agazapados con la mayor cautela avanzaban venciendo miles de dificultades del terreno.
Sorpresivamente el carabinero Julián Atilio Arellano, divisa a los bandoleros que en número de cuatro se encontraban a la altura del punto llamado Chivilingo, reconociendo entre estos al célebre criminal Carlos Parra, jefe de la banda.
Sin perder un instante y agazapado, aceleradamente se acerca lo más posible, hasta una distancia de 40 metros, desde es visto por los malhechores, a quienes con voz estentórea (voz fuerte y retumbante) por la emoción del encuentro les ordena; “manos arriba!” a cuya orden el temible jefe de la banda Carlos Parra, salta con la furia de un felino y contesta al carabinero Arellano con una descarga de carabina recortada.
El carabinero Arellano, se encontraba solo y ante fuerza de mayor de mayor número, no abandona la serenidad por el momento y repele el ataque instantáneamente con una descarga de su carabina, haciéndole dar una macabra voltereta, de la que se repone tan pronto como el tiempo que demora el carabinero para abrir el cerrojo de la carabina y botar la vainilla, viéndose acosado por una nueva descarga que hace Parra atrincado en posición de rodillas; pero que el representante de la justicia repele con tal seguridad con otro impacto en pleno corazón del bandolero, para ponerse más a cuerpo de Parra y hacerle una nueva descarga cuyo impacto rebota en el reloj que llevaba consigo el malhechor.
Entretanto, los demás carabineros de la patrulla, con su jefe el cabo Guiñez habían llegado al lugar del suceso e iniciado un reñido tiroteo con los demás compañeros de Parra y que al darse cuenta de la caída de su jefe, huyen despavoridos, perseguidos por los Carabineros, quienes creen haber herido a más de alguno por las huellas de sangre dejadas de trecho en trecho.
Con el objeto de perseguir a esta parte de los bandidos, los carabineros de Lota reforzaron el patrullaje hacia Santa Juana, que es para donde se han encaminado los forajidos quedados.
Así terminó la historia del forajido Carlos Parra apodado el 'tigre humano'
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