Hace unos días se anunció un repentino subpacto dentro de la Nueva Mayoría que seguramente no pasó desapercibido, pero la contingencia política actual ha sido más fuerte mediaticamente por lo que no se ha debatido mucho sobre este en la prensa, seguramente la columna de Héctor Jara Paz debe ser lo primero que se escribe al respecto.
Hace un par de década atrás, sostenía la necesidad de analizar el acercamiento del pensamiento humanista laico, con el humanismo cristiano.
Se escuchaban comentarios de simpleza superficial, en orden a sostener que el centenario Partido Radical de Chile “derechizaba” una vez más su perfil de “izquierda”. La influyente Friedrich Ebert Stiftung marginaba al PR de sus actividades, dado que esta estrategia política iba en un sentido inverso a la realidad política del SPD alemán, contrario a la influencia del Partido Social Cristiano (DC alemana) y su presencia activa en Chile, mediante la influencia de la Konrad Adenauer Stiftung.
En la vieja Alemania, la separación de ambas líneas de pensamiento político se definía en razón de un modelo ideológico que se diferenciaba básicamente en el rol y la función del Estado, así como de una política con mayor o menor incidencia económica en la comunidad europea.
En Chile, las diferencias se enmarcaban en una larga tradición de desencuentros en base al status de un Estado Laico, que debía desprenderse progresivamente de la influencia e injerencia de la Iglesia Católica en los asuntos de Estado. Posteriormente, con la polarización ideológica que vive el país, el PR y la DC tomarán caminos diferentes en función del proceso político de la Unidad Popular, distanciando aún más las visiones políticas, así como la defensa de distintos intereses estratégicos para el desarrollo del país, tanto en el ámbito de la economía, así como del modelo cultural.
En tiempos de dictadura, la Alianza Democrática define un frente común contra el régimen militar, promoviendo una estrategia de cambio por vías pacíficas, que encuentra el apoyo internacional de países bajo regímenes socialdemócratas, así como demócrata cristianos, donde se excluye a las fuerzas de izquierda más extremas que no descartan la rebelión armada para bajar al tirano. A mi juicio, fueron estas influencias externas al país, las que modelaron el cuadro anti dictadura, donde el PC ejercía el liderazgo del MDP, como fuerza política que manejaba una lectura diferente de salida a la dictadura. Este escenario, influyó determinantemente en la salida política a la democracia, donde el PR y la DC son parte de un frente político poco entendido en el viejo continente, que continúa gravando en la Concertación y hoy en la Nueva Mayoría, una suerte de acomodo progresista al modelo económico heredado del régimen militar, cambiar lo que sea posible, con una gradualidad que reconforta a la clase política en el poder, pero que posterga indefinidamente las necesidades de un pueblo hasta ahora reprimido, segregado y marginado de los beneficios del modelo.
Al parecer nuestro país, logró un diseño de gobernabilidad exitoso para los ojos del mundo, conformando una mayoría de expresiones políticas que amparadas en un modelo binominal heredado de la dictadura, lograban dar estabilidad a un proceso donde era imposible pensar en alternativas de gobiernos de un solo Partido, fueran de izquierda, de centro o de derecha.
Se asegura la administración del poder en base a la indefinición ideológica, convenientemente ignorada en pos de los beneficios electorales de la coalición. Hasta el Partido Comunista logra entender los beneficios de una estrategia a la que se entrega, postergando sus más caras banderas de lucha y definiciones ideológicas, a cambio de una parte del poder.
Hay quienes sostienen que las definiciones ideológicas se justifican en función de lograr el poder, pero si puede ahorrar ese esfuerzo intelectual y acceder al poder en base solamente a estrategias electorales y un poco de demagogia populista en períodos de elecciones, ganan todos los actores que están en función de la administración del Estado.
Los atavismos ideológicos han quedado fuera de juego, salvo para la descalificación de la política superficial. ¿Alguien podría destacar qué Partido de la Nueva Mayoría está más a la izquierda o más a la derecha que otro? ¿En base a qué elementos? Es poco entendible para las nuevas generaciones justificar en la historia de cada Partido sus diferencias, toda vez que no puede ignorarse su ejercicio real en el poder, por más de 20 años. Discursos de izquierda, gobiernos de derecha?
Sin embargo hoy, la discusión a la Reforma Educacional obliga a recurrir a pensamientos más profundos que el simple cálculo electoral. Es la realidad social, discriminada y segregada en niveles alarmantes de inequidad y falta de justicia la que motiva movilización y presión social al modelo, es la que efectivamente determino incorporar la Educación Pública en la agenda del conglomerado de gobierno. La “clase política” se incomoda a la hora de las definiciones e intereses en el negocio de la educación y la Iglesia Católica desarrolla un intenso lobby que afecta la conducción política de la DC, probablemente en el escenario histórico más distante del pensamiento humanista laico, que no necesariamente resulta ser coincidente con el actuar del Partido Radical, que acaba de aparecer públicamente en una suerte de compromiso político electoral anunciado por los Presidentes de ambas colectividades.
Este nuevo frente al interior de la Nueva Mayoría, se establece en función de dos ejes sustantivos. Uno es distanciarse de la “izquierda” asumiendo la existencia de otro frente compuesto por el PS, PPD y el PC, que exigirían una mayor celeridad y profundidad en las reformas, cuestión que no se aprecia en la política diaria de sus partidos, salvo uno que otro bombero con ansiedades pirómanas y otros que salen apagando incendios. Es más la intencionalidad de querer mostrar una “izquierda” diferenciada de un “centro”, para solucionar conflictos internos de poder en la DC.
Por su parte, el PR cree hacer también su negocio electoral a costa de su perfilamiento ideológico y define su espacio en el “centro político”, defendiendo la idea de la “gradualidad” de las reformas, anunciando un trabajo conjunto entre partidos, bancadas y eventual pacto electoral. Probablemente la falta de oportunismo político en medio de la reforma más importante para el mundo humanista laico, se entienda en el marco del próximo cambio de gabinete, que junto a la DC le pudiera significar mayores niveles de participación en el gobierno. (Por verse)
La DC gana en su cohesión interna, deja de aparecer sola frente al resto de la Nueva Mayoría y neutraliza el riesgo de un discurso de Partido que representa su potencial “competencia ideológica” en los sectores medios de la sociedad chilena. Oportunismo y beneficio.
En una sociedad donde la carátula vende más que el contenido, pudiera aparecer una alianza conveniente. Existe la sensación de que el agua (PR) y el aceite (DC) por su naturaleza misma, no corren el riesgo de mezclarse al interior de un mismo envase, en la medida que el agua sea reconocida pura y transparente, y el aceite no corresponda a grasas saturadas o que se haya utilizado muchas veces haciendo frituras en la cocina de la casa.
Ambos partidos parecen querer seguir viviendo de su historia, el problema es que la historia política y la educación cívica son parte de otra deuda pendiente y, mientras no alimenten un nuevo perfil ideológico y renovado, estas maniobras solo se entenderán en el esquema de intereses que están lejos de proponer un nuevo Chile.
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