Reproducimos una entrevista publicada en la edición No. 43 del periódico "Diálogo" del Arzobispado de Concepción a propósito que el dirigente mapuche trabaja desde febrero en la Hospedería Esteban Gumucio, perteneciente al mismo Arzobispado, labor que pesó para que obtuviera su libertad condicional. Ya planea volver a su tierra, en Tirúa. Francisco Solís
14 años de cárcel pesan sobre Héctor Llaitul Carrillanca (46). El ex líder de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM) cumple condena por los delitos de homicidio frustrado y robo con intimidación. Sin embargo, en febrero de este año el hombre de origen mapuche obtuvo el beneficio de salida controlada al medio libre, y desde entonces trabaja como Coordinador de Voluntariado en la Hospedería Esteban Gumucio, dependiente de la Fundación Novo Millennio del Arzobispado de Concepción.
Precisamente desde las dependencias de la hospedería, Llaitul conversó con Diálogo y agradeció a Monseñor Fernando Chomali por la posibilidad de volver a trabajar en algo asociado a su profesión de Asistente Social, aunque no de manera oficial ya que la condena se lo prohíbe. El ex líder de la CAM asume que "el hecho de participar en el programa tiene que ver con una necesidad puntual de mi parte para acceder al beneficio de la libertad condicional". De hecho, a casi tres meses de empezar a trabajar, Llaitul consiguió el beneficio, e incluso ya planea cómo volver a su tierra, en Tirúa.
-¿La naturaleza del programa lo motivó a aceptar este trabajo?
-Sí, de hecho yo creo que así lo entendió Fernando Chomali. Coincidía también con la necesidad de que yo tuviera acceso a la libertad condicional que era tener un trabajo concreto.
-¿Qué función cumple en la Hospedería?
-El sujeto de mi trabajo son las personas en situación de calle. Dentro de la escala de superación está el programa que se denomina "Noche Digna", en una versión más completa, ya que es abordada por la Iglesia y por el Gobierno. Pero los recursos que tiene la iglesia y las políticas públicas son insuficientes, por lo tanto, está la necesidad de compenetrar a la sociedad a través del voluntariado. El trabajo es generar esta relación entre un tipo de voluntariado más consciente, comprometido, muy humano, con el sujeto.
-¿Le costó retomar su profesión?
Sí, toda profesión necesita mantenerse vigente. Me costó mucho el tema tecnológico, además de involucrarme en los programas y políticas públicas para entender éste en particular.
-¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con personas en situación de calle?
-Yo soy un militante de causas justas, como la causa mapuche, que tiene que ver también con la desposesión, los oprimidos, la pobreza, la miseria y falta de oportunidades. La realidad de las personas en situación de calle es una realidad social fuerte, que muchos no la quieren ver, pero que está ahí y que es dolorosa, y que tiene que ver con los efectos de una sociedad que discrimina, que no tolera, que no ofrece oportunidades. Ciertamente yo tengo una vinculación con eso, no tengo la experiencia en este tema y por lo tanto gran parte del tiempo que estuve acá lo ocupé en aprender.
-Considerando su condición de mapuche, ¿pensó alguna vez trabajar junto a la Iglesia Católica?
-Yo no sé si trabajo junto a la Iglesia Católica, yo trabajo en un programa con un sujeto en específico. El programa depende de la Fundación que a su vez depende de la Iglesia, pero no necesariamente yo me involucro con la doctrina de la iglesia. Yo respeto a la gente de iglesia, que tenga su doctrina y religión, pero otra cosa es que yo me involucre o sea parte de la iglesia. Yo soy mapuche y tengo mi reivindicación de pensamiento como visionario ideológico y cultural y religioso, pero mapuche.
-Usted es un personaje público, ¿cómo ha marcado esa condición a su relación con los otros funcionarios y beneficiarios de la hospedería?
-Al principio fue un poco difícil, yo creo que por el tratamiento que da la prensa a nuestra condición, por el estigma que genera una prensa intencionada respecto de lo que es el tema mapuche, y hay un efecto en las personas. Pero con el tiempo eso se supera, porque nosotros no respondemos a esas características, somos persona normales, mapuche, que tenemos una realidad particular y que podemos coexistir con cualquier persona.
-¿Qué puede decir del equipo con qué trabaja?
-Funcionamos bien como equipo, yo estoy muy agradecido de la calidad de la gente, desde sus directivos, desde Gabriela Gutiérrez, jefa de la Vicaría de la Pastoral, y hasta las personas que están en las tareas más básicas.
-¿Cómo cataloga la actitud de la Iglesia Católica frente a la reivindicación del pueblo mapuche?
-Hay una actitud que no es uniforme en la Iglesia respecto de la causa mapuche, pero no quiero ser un mal comensal, que lo invitan a comer y critica el almuerzo. Así como nosotros le endosamos al Estado una responsabilidad histórica, la Iglesia Católica también tiene su rol. Eso no quiere decir que esté todo mal respecto de la visión de la Iglesia con la realidad mapuche. Hay gestos que tienden a crear puentes, por ejemplo hay un sector de la Iglesia que ha sido coherente con la realidad de nuestro pueblo y tratado de involucrarse con la realidad de nuestro pueblo. Este mismo hecho de que Monseñor Chomali se la haya jugado por blindarme en mi condición tiene un mérito.
-¿Cómo se sintió recibir la libertad condicional?
-Hay sentimientos encontrados, por una parte uno está feliz de estar libre y con la familia, tengo cinco hijos y he perdido mucho tiempo a su lado. Soy de familia unida, así somos los mapuche, queremos a nuestras familias, respetamos a nuestro padres, abuelos y ancestros, de hecho esa es nuestra lucha. Y por otro lado está ese sabor amargo de que no hubo justicia como debía, porque los mapuche no debiéramos haber estado nunca presos por nuestra lucha.
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"El hecho de participar en el programa tiene que ver con una necesidad puntual de mi parte para acceder al beneficio de la libertad condicional".
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